sábado, 29 de enero de 2022

Ucrania: Occidente y el Nuevo Imperio Ruso

 Tambores de Guerras vuelven a sonar en el Este de Europa. Ucrania, el país más pobre de Europa junto con Moldavia, ve como el nuevo militarismo ruso sigue violando su soberanía nacional. Ante el peligro del expansionismo y separatismo ruso el gobierno ucraniano ha optado por acercarse a la OTAN y a la Unión Europea, con el objetivo de obtener la protección militar y económica frente a Rusia. Esto último, y la expansión reciente de la OTAN hacia el antiguo espacio soviético ha sido visto por Rusia como un ataque a su propia seguridad nacional y los intereses económicos que la oligarquía rusa tienen depositados en Europa. Rusia ha optado por ejercer su influencia geopolítica más agresivamente en lo que esta entiende como es su "esfera de influencia". Esto ha llevado a la militarización de muchos países exsoviéticos que no quiere saber nada de Rusia, como los países bálticos o Polonia. Ucrania ha sufrido varias violaciones de soberanía por parte de Rusia en esta última década. 

Desde el colapso de la URSS a principios de los noventa los países que la conformaban junto con Rusia han tomado diferentes caminos y perspectivas. Los países situados en Asia Central, a pesar de ser estados de plena soberanía, siguen inmersos en la esfera de influencia rusa, debido a los lazos históricos y económicos que las unen con la Madre Patria, además de no tener una alternativa próxima que compita con esta, como es el caso de la UE en Europa. Otros países de menor relevancia como Serbia, Armenia o Bielorrusia siguen siendo vasallos de Rusia. 

No obstante, muchos de los países exsoviéticos que conquistaron su independencia en 1991 han tomado un camino muy distinto, rechazando la supremacía rusa y alejándose todo lo posible de su influencia, incorporándose a la OTAN y/o a la UE para incorporarse económica y militarmente a Occidente como escudo contra la propia Rusia. Este es el caso de los países bálticos, los cuales se incorporaron con éxito a estas instituciones, cerrado la influencia rusa en sus respectivos países drásticamente. También es el caso de Georgia, la cual ha intentado por activa y por pasiva acercarse mucho más a Occidente que a Rusia, lo cual ha provocado que esta última interviniera en este pequeño país del Cáucaso con la excusa de defender a los movimientos separatista de Abjasia y Osetia del Sur. 

Ucrania es un caso parecido al de Georgia. Un país que ha sufrido muchísimo durante la larga ocupación soviética, siendo sus expresiones nacionales y culturales agresivamente reprimidas por el socialismo (nacionalista) soviético. La historia de Ucrania es una de las más trágicas, pues su posición geográfica la ha posicionado en una zona en la que han chocado grandes potencias. Durante mucho tiempo, Ucrania fue una zona fronteriza en la que grandes estados como la Mancomunidad Polaca-lituana, el Imperio Otomano y el Imperio Ruso han chocado y guerreado, llevando el caos y la miseria a los cosacos ucranianos, los cuales solo podían unirse en confederaciones tribales contra grandes estados militares. 

El propio nombre de Ucrania hace referencia a su posición geográfica, pues significa aproximadamente "tierra fronteriza". Este carácter fronterizo es lo que ha marcado el devenir histórico de Ucrania. Se encuentra en una posición estratégica de gran interés económico y militar. El suelo ucraniano es uno de los más fértiles del Mundo, tanto que Hitler desvió su "imparable" avance a Moscú durante la Gran Guerra Patria (1941-1945) para ocupar los campos agrícolas ucranianos con e objetivo de abastecer al Reich alemán y controlar la península de Crimea y el Mar Negro. Este último punto también es de vital importancia, pues Ucrania dispone de un acceso privilegiado al Mar Negro, y por ello al Mediterráneo Oriental. 

Todo Estado o Imperio que se ha conformado en cerca de Ucrania a considerado a esta como una zona de gran importancia militar y de seguridad. La geografía ucraniana se caracteriza por ser una zona bastante llana y homogénea, la cual está irrigada por varios ríos, siendo los más importantes el Dniéper y el Dniéster. Ucrania es una gran extensión de llanuras muy fértiles que no proporciona ninguna barrera natural que separe Europa Oriental de las llanuras rusas y centroasiáticas. Es por ello que los numerosos grupos nómadas han entrado a Europa por eta zona. Esto ha hecho que los Estados circundantes a Ucrania trataran a esta como una zona militar, en la que el control de las grandes llanuras es vital para abastecerse de alimentos y protegerse contra incursiones extranjeras. Precisamente Rusia, en su etapa imperial, entendió a Ucrania como una zona vulnerable para su seguridad debido a la presencia polaca, cosaca y otomana en la zona. 

El Imperio Ruso anexionó el Hetmanato cosaco en 1764 bajo el reinado de Catalina II, quedando el actual territorio ucraniano incorporado a la administración zarista. Esto inició la lenta pero inexorable rusificación del territorio ucraniano, en especial la zona oriental y Crimea. Esta última era (y sigue siendo) importantísima para Rusia, pues proporcionaba un puerto cálido a Rusia, Sebastopol, algo que le daba una nueva proyección de influencia sobre el Mediterráneo y los Balcanes, sobre todo en las poblaciones eslavas ortodoxas, como serbios, rumanos, moldavos o montenegrinos entre otros. Desde este momento, Ucrania ha sido una zona esencial para la geopolítica rusa.

Durante le Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Imperio Ruso se disputó la supremacía de la Europa Oriental con el Imperio Austrohúngaro y el II Reich Alemán. Estas potencias en el pasado se había repartido el territorio de la moribunda Mancomunidad polaco-lituana, la cual poseía muchos territorios ucranianos, dejando su influencia en la comunidad católica que existe en la zona occidental del país homónimo. Austro-Hungría había remplazado la posición de dominación de Polonia sobre la población ucraniana occidental. Durante la guerra, Rusia fracasó estrepitosamente en la administración económica y militar del conflicto, colapsando el absolutismo zarista tras la revolución de febrero de 1917. No obstante, el subsiguiente golpe de Estado a manos de los bolcheviques provocó una tremenda anarquía en todo el territorio del ya muerto Imperio Ruso, lo cual provocó un caos militar y social brutal, pues varias facciones afloraron y se enfrentaron, a la vez que los ejércitos alemanes avanzaban por la llanura oriental. 

La Guerra Civil Rusa (1917-1923) supuso una auténtica sangría para toda la población. Varios bandos militares se enfrentaron entre sí, siendo los más importantes el Ejército Rojo, comandado por Lenin, Trotsky y los bolcheviques, y el Ejército blanco, una amalgama de monárquicos, liberales y nacionalistas que se oponían a la revolución comunista. En el caso de Ucrania, esta se desgarró en varios bandos que se matan entre sí, una guerra civil entre nacionalistas, comunistas y anarquistas. Con la firma del tratado Brest-Litovsk (1918), Rusia finaliza la Guerra por separado con las Potencias Centrales, cediendo grandes porciones de territorio, en especial Ucrania, lo cual queda explícitamente estipulado en el artículo 6 de dicho tratado. Ucrania se desliga formalmente de Rusia, aunque se hunde en el más absoluto caos en la lucha intestina entre nacionalistas y anarquistas, el famoso Ejercito Negro. Con el colapso de las potencias centrales y el fin de la Gran Guerra (1919) hizo que Rusia, reconvertida en la Unión Soviética, interviniera en Ucrania de una forma tan brutal que pudo aniquilar tanto a nacionalistas como a anarquistas, incorporando a Ucrania a su territorio como una República Socialista, una mera provincia del vasto Imperio Soviético. 

El periodo soviético de Ucrania fue brutal para la población de esta nación. El Comunismo de Guerra de Lenin (1918-1921), la Gran Hambruna de Stalin (1932-1934) o la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fueron acontecimientos de extrema violencia y miseria para el pueblo ucraniano. El estalinismo fue tan brutal sobre Ucrania que la Ocupación Nazi fue vista en un primer momento como algo preferible, tanto que muchos ucranianos veían como libertadores a las tropas teutonas. No obstante, esta situación cambio muy rápidamente. En su libro La Europa de Hitler (1995), el historiador y filósofo británico Arnold Toynbee explica que la ocupación nazi se volvió muy odiosa para los ucranianos debido a la políticas raciales y agrarias de los propios nazis. Para el alto comisariado nazi, los eslavos eran razas inferiores que debido a su debilidad racial eran propensos a propagar "terribles enfermedades sociales como el bolchevismo o el judaísmo". Es así que los nazis administraron Ucrania como una colonia de explotación militar, tratando a los ucranios como meros esclavos desechables, los cuales sería exterminados después de la victoria alemana sobre el bolchevismo eslavo. Esta actitud ante los ucranianos provocó que muchos de ellos rápidamente volvieran a regañadientes bajo la férrea tutela de Stalin. 

Con el colapso del III Reich alemán y la nueva ocupación soviética de Ucrania, esta estuvo bajo el yugo de la Rusia soviética durante casi toda la segunda mitad del S.XX. Esto provocó que Ucrania se convirtiera en una zona militar de gran importancia para el Imperio Soviético, pues le permitía proyectar su influencia económica y militar sobre las Repúblicas Democráticas colindantes. Ucrania se convirtió en un importante núcleo para la industria militar, energética y agraria para la URSS. La influencia rusa en Ucrania aumentó aún más la rusificación de la población de las regiones oriental de esta última, creando una realidad cultural y nacional paralela a la ucraniana, sobre todo en Crimea, la cual pertenecía a la RSFS, pero fue cedida a la RSS de Ucrania con la excusa de garantizar la integridad económica de la región, un error político casi a la altura de la cesión del Nagorno Karabaj a Azerbaiyán por parte de Stalin. 

El desastre nuclear de Chernóbil y la subsiguiente desintegración de la URSS permitió a Ucrania conquistar su propia soberanía nacional, antes claro de transferir las numerosísimas armas nucleares que se había dispuesto en el territorio. Ucrania pasó a ser gobernada por una oligarquía local con grandes conexiones económicas y políticas con la actual Federación Rusa, siendo de facto un país satélite de esta hasta las protestas del Euromaidán de 2014. Durante este periodo, los jerarcas ucranianos habían tenido una postura de simpatía con Rusia, pues los gaseoductos que transportan el gas ruso hasta la Unión Europea (en especia Alemania) pasan por Ucrania, cobrando esta un peaje y siendo a su vez abastecida también, algo indispensable para su subsistencia económica. 

Con el Euromaidán, gran parte de la ciudadanía ucraniana se deshizo de los dirigentes prorusos y fomentaron la formación de gobiernos mucho más próximos a la OTAN y la Unión Europea. Esta insurrección política y social provoco un contragolpe por parte de la población rusificada de Crimea y el Este de Europa, formándose movimientos y milicias separatistas que obtuvieron el control de sus respectivas provincias con el apoyo tácito de la Rusia de Putin. El caso de Crimea fue mucho más impactante, pues tropas rusas invadieron la península con el objetivo de tomar las instituciones públicas, garantizando un referéndum de autodeterminación, el cual conllevó  a la separación de Crimea y su integración a la Federación Rusa, garantizando el acceso y control del ejército y la marina rusa al Mar Negro. 

En el caso de Ucrania, la intervención rusa fue rápida y exitosa debido al estado paupérrimo del ejercito ucraniano y el aislacionismo diplomático del propio país. Las regiones del este se proclamorón como repúblicas independientes de facto, apoyadas técnica y militarmente por Putin. Una de las razones por las que el ejército ruso no pudo hacer frente a las tropas invasores rusas fue la anticuada doctrina militar de la propia milicia nacional. La disposición de las bases ucranianas a lo largo del territorio es un claro reflejo de esto último, pues la mayoría de las bases militares ucranianas están concentradas en la parte occidental, estando la frontera con Rusia escasamente defendida. La Federación Rusa ha visto como muchos de sus antiguos "aliados" se han incorporado a la OTAN y la Unión Europa con el objetivo de mejorar sus respectivas economías nacionales y tener un escudo militar contra la influencia del coloso eslavo oriental. A Rusia le quedan muy pocos aliados en Europa, siendo Serbia en los Balcanes, Bielorrusia en Europa Oriental y Armenia en el Cáucaso; además de algunas zonas separatistas como Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, Transnistria en Moldavia y Donetsk y Lugansk en Ucrania. 

Esto se debe principalmente a la herencia militar soviética, la cual dispuso las bases militares ucranianas en esta zona teniendo en menta una hipotética invasión de la OTAN. A su vez, el armamento y los dispositivos electrónicos militares estaban (y siguen siendo en muchos aspectos) muy despasados y obsoletos, siendo muy ineficientes contra las armas y tácticas modernas rusas. La corrupción endémica de los políticos y generales desmoralizaban a la población y a los propios soldados. La conjunción de todos estos factores hizo que el ejército ucraniano fuera incapaz de hacer frente a la intervención rusa y a la insurrección separatista del Este del país. Los acontecimientos ocurridos en 2014 son percibidos por los propios ucranianos como una debacle nacional, impulsando el surgimiento de movimientos y opines nacionalistas revitalizan la actitud de la población ucranoparlante frente a la intervención de Moscú. Esto ha tenido como resultado la modernización y profesionalización del ejército ucraniano, con un subsiguiente acercamiento y asesoramiento militar de la OTAN. 

La influencia de la Alianza y la Unión Europea ha sido percibida por Moscú como una violación de su histórica esfera de influencia, lo cual atenta contra sus intereses militares, económicos e ideológicos. Para Rusia, Ucrania es un punto de vital importancia, pues su llana geografía la hace de un fácil acceso a grandes ejércitos hacia Moscú. Por otra parte, si Ucrania se incorpora a la OTAN y esta última despliega misiles balísticos en el territorio ucraniano puede suponer un hipotético ataque contra Moscú que le impediría una respuesta rápida, rompiendo el equilibrio militar, algo que Moscú no piensa tolerar ni con Ucrania ni con Georgia.

La actual crisis de Ucrania rompe la estabilidad política y económica entre la OTAN y el Nuevo Imperio Ruso de Putin. Según Huntington estaríamos presenciando lo que él llamó un choque de civilizaciones, más concretamente entre la civilización occidental y la ortodoxa oriental. El propio Dugin, el paladín ideológico de la Nueva Rusia estaría de acuerdo. Sin embargo, creo que los conceptos de civilización occidental y ortodoxa no se ajustan con los hechos políticos y militares que estamos presenciando, ya que muchos países ortodoxos no quieren saber nada de su antigua metrópolis colonial, como son el caso de Rumanía, Ucrania, Moldavia o parte de Bulgaria; mientras que países de tradición católica como Hungría o Austria tienen ciertas simpatías frente al Gigante Ruso. Creo que la actual crisis de Ucrania refleja claramente un choque, más que de civilizaciones desde categorías culturales-religiosas, entre modelos político-económicos. Un enfrentamiento entre las democracias occidentales y posibles aliados, y el neoautoritarismo de grandes países como Rusia o China. 

Hasta hace relativamente poco Occidente dominaba el escenario mundial, siendo un ejemplo para el resto de los países de progreso y fortaleza. No obstante, los errores geopolíticos y económicos por parte de Estados Unidos y la Unión Europea a dejado un vacío de poder en varios sectores del globo. Este es el caso de Europa Oriental, donde ambos modelos chocan por la supremacía. Hungría y Polonia están transitando al modelo autoritario, mientras que Ucrania y Georgia pretenden asemejarse más al modelo occidental. 

En su famoso libro El choque de las civilizaciones (1996), Huntington argumenta que Ucrania es una nación desgarrada por hallarse en la frontera entre dos bloques civilizatorios. Aunque el grueso de su argumentación no sea válido, creo que la solución que propone a la situación inestable de Ucrania puede ser interesante. Considero que las partes rusoparlantes, si así lo desean, deberían separarse de Ucrania, reintegrarse en Rusia o constituirse como pequeño estado independiente próximo a Rusia. Por el otro lado, el remanente de Ucrania debe de constituirse como una república independiente, teniendo dos caminos a nivel internacional. O declararse territorio neutral, teniendo que ser respetado por Rusia y por la OTAN, o integrarse a la OTAN y/o a la UE con la condición de no permitir el despliegue de misiles balístico en su territorio nacional para tranquilizar a Rusia. 

La realidad política y social de Ucrania es amarga, pero debe de considerarse primero las fricciones de las grandes potencias para garantizar la seguridad del continente europeo y del orden mundial. Este no es el fin de la historia ni un choque entre civilizaciones, sino la ya vieja dialéctica de Estados que ha marcado la Historia de la Humanidad, la cual solo es un cúmulo de ruinas sobre ruinas, siendo los más desfavorecidos los que siempre pagan los platos rotos de sus  líderes y conquistadores... 

 



jueves, 27 de enero de 2022

Naturaleza y Cultura: por una interpretación evolucionista de la cultura

 El campo de la ciencia sufre desde hace mucho una división artificial, pero que ha sido interiorizado por casi todos los científicos, a saber, la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales (o humanas). Parece ser que un muro epistemológico se alza entre las ciencias naturales como la física, la biología o la astronomía frente a otras disciplinas como la sociología, la antropología o la psicología social. En muchas ocasiones, estas distinciones es defendida por ambos grupos de "científicos", algo que difiere notablemente con respecto a tiempos anteriores. El caso de Charles Darwin es bastante ilustrativo. Predecía en su famosa obra El Origen de las Especies, que la psicología tendría un gran futuro si aceptaba la premisas básicas del propio evolucionismo, algo que sus propios sucesores defenderían fervientemente, como Galton, Spencer o Haeckel. 

Sin embargo, esta distinción entre las ciencias naturales y las mal llamadas ciencias del espíritu cogió fuerza con la obra de filósofos muy populares como Hegel o Dilthey. Para esta clase de pensadores, el mundo humano y social era irreductible y completamente diferente al mundo de las fuerzas naturales, debido a la única capacidad del ser humano de reflexionar y simbolizar. Esta concepción de la ciencia caló en algunos científicos de gran prestigio como el sociólogo francés Emilie Durkheim. En sus escritos, el cual afirmaba que la sociología seguía una serie de dinámicas y leyes propias que no eran comparables a las de la biología o la psicología. 

Esta distinción perdura en la actualidad debido principalmente a la predisposición conceptual de los especialistas de cada rama. Los científicos naturales en muchas ocasiones se separan de sus homólogos sociales debido a que las teorías y métodos de estos últimos son mucho más pobre y limitados que sus respectivos campos. Esto puede verse en el desarrollo histórico de los paradigmas científicos. Mientras que la mecánica newtoniana reinó en el campo de la física cómodamente entre los S.XVII y finales del S.XIX, el conductismo operante solo tuvo un par de décadas de hegemonía antes de caer e crisis y dar paso a una amalgama de teorías psicológicas, de las cuales ninguna llega a alcanzar el estatus de paradigma. Los científicos naturales tienen una gran reticencias a aceptar las vagas teorías de sus homólogos sociales.  

Por otro lado los científicos sociales se sienten incómodos a la hora de compartir el espacio de trabajo con sus compañeros naturalistas debido a que no aceptan el carácter reduccionistas. Esto se debe una posible usurpación profesional, pues si puede describirse los fenómenos psicológicos mediante la interacción de varias estructuras neurológicas y musculares con su medio ambiente con un grado de precisión y cuantificación, para qué recurrir a conceptos tan vagos y etéreos como los de mente o consciencia. Esto conlleva a que se adopte una separación más o menos incomoda, la cual encuentra su piedra angular en el concepto (y la vez fenómeno) de la cultura. 

La cultura es un término de gran polémica, pues suscita un conjunto de fenómenos sociales y emocionales que repercuten en la esencia del propio ser humano. La cultura se ha tomado durante muchísimo tiempo (quizás demasiado) como el reino de lo simbólico y social, el cual rigen una serie de leyes y dinámicas totalmente diferentes a la del reino de la Naturaleza.  El propio Hegel (influenciado por Fichte) diferenciaba entre naturaleza y cultura, siendo la primera el reino de la negación, la materia y la pasividad, mientras que la cultura es le reno del Espíritu, de la actividad y la moral, algo que distingue a hombre civilizado del "pobre salvaje". Realizar una historia de la concepto de cultura sería algo apasionante, pero a la vez muy laboriosa que excede las modestas dimensiones de este pequeño ensayo. Sin embargo, si que puede decirse que el estudio de la cultura como fenómeno científico ha sido monopolizado por una disciplina en concreto, la antropología cultural. 

La antropología cultural puede entenderse como la ciencia que estudia la cultura y sus manifestaciones, acudiendo a las representaciones simbólicas y a las instituciones que las caracteriza. No obstante, el mismo concepto de cultura se presenta confuso y vago, pues entre los especialistas y las escuelas que pueblan esta disciplina no existe un consenso claro sobre este. Muchos han sido los que han definido la cultura, desde Cassirer y su neokantianismo, pasando por el estructuralismo de Strauss, hasta la hermenéutica posmoderna actual. Sin embargo, y a pesar de las grandes diferencias entre escuelas y especialistas, casi todas las definiciones giran en torno a la cultura un carácter simbólico y social. La cultura puede esbozarse como la realidad simbólica que comparte una comunidad humana en un determinado contexto, la cual es transmitida a de una generación a otra por medio de la tradición. 

Sin embargo esta primera aproximación o esbozo del concepto de cultura sobre de una vaguedad y opacidad imperdonable para cualquier interpretación de dicho fenómeno. Esto se debe a que se pretende definir la cultura con un concepto también difuso, el símbolo social. Un símbolo es una representación o figuración que tiene un significado metafórico para quien lo percibe, siendo el simbolismo social aquel conjunto de representaciones con significado que comparte una comunidad. El problema con esta aclaración es que se basa una abstracción en otra abstracción igual o más de difusa, pues definir el simbolismo como la representación con significado trae consigo el problema de definir los conceptos de "representación" y "significado", algo que nos lleva a un camino de complejas y estériles abstracciones intelectuales. 

Siguiendo la estela de Kant, los concepto deben de acomodarse a los fenómenos empíricos que pretenden describir, siendo los conceptos reflejos abstractivos de la información empírica. Creo que uno de los pocos antropólogos que consiguen definir la cultura desde unos parámetros científicos es Martin Harris, el cual adapta y corrige la interpretación materialista de Marx al campo de la cultura. Para Harris y su materialismo cultural, la cultura es el conjunto de herramientas y creencias que adopta una sociedad con el fin de afrontar los problemas que le plantea una presión ambiental determinada. Aunque esta definición pueda parecer generalista y simplona, funciona a nivel epistemológico mejor que sus competidoras, pues es capaz de basar un concepto en un conjunto integrado e variables observables y cuantificables, como son las relaciones ecológicas entre un grupo de organismos y su contexto material. A mi juicio, y quizás en desacuerdo con el propio Harris, el materialismo cultural plantea un cambio conceptual sin precedentes, pues abre la puerta a tratar la cultura no como un reino simbólico diferente al natural, sino como un caso especial dentro de la ecología evolutiva. Creo que la cultura y el resto de fenómenos sociales debe de entenderse como fenómenos biológicos prescritos a las mismas leyes, entre ellas la selección natural. 

La selección natural, la cual fue desarrollado por los geniales Darwin y Wallace, es el mecanismo subyacente que describe y explica el devenir de los fenómenos biológicos (incluso físicos). No obstante, al igual que muchos otros conceptos, la selección natural ha sido muy mal entendida por muchos y con terribles consecuencias. Popularmente se ha definido la selección natural como la persistencia de aquellos organismos más capacitados y aptos, con lo cual se afirma que los seres que persisten son aquellos que se sobreponen a los más débiles. A pesar de la popularidad de esta interpretación, la selección natural no fue concebida por Darwin y sus verdaderos discípulos, sino que fue popularizada por Spencer, el cual ya habla de evolucionismo social antes del propio Darwin. 

La selección natural consiste en que la presión ambiental "selecciona" a aquellos grupos y especies que están peor adaptados a un contexto ecológico determinado. Esta selección puede conllevar a una serie de consecuencias, desde la exclusión a una parcela ecológica concreta, hasta la total eliminación de la especie o grupo de organismos. Desde este punto de vista, los términos superior/inferior o fuerte/débil como categorías de la evolución carecen de sentido, pues lo único que puede afirmarse es que una determinada forma de vida persiste no por sus cualidades intrínsecas, sino por el grado de adaptación (o sinergia) al contexto ecológico en el el que subsiste, siendo que, si se produce un cambio en este último, lo que antes podría afirmarse que era adaptativo, ya no lo sea, lo que puede conllevar a su eliminación en el nuevo ecosistema. Ese es el caos del mamut, el cual estaba bien adaptado al ecosistema de las grandes Glaciaciones. Pero en el momento en que este cambió considerablemente, el mamut perdió progresivamente terreno hasta llegar a su total extinción. Lo que popularmente consideramos como "evolucionado" puede dejar de serlo y viceversa. 

 El ser humano, antes que político, científico, pensador o artista, es un ente biológico más, llamado homo sapiens, el cual no deja de ser un animal más de la cadena trófica. Los actuales seres humanos somos el resultado de siglos de evolución biológica. Tanto nuestra constitución física como mental es el resultado de este proceso de selección natural, siendo los actuales seres humanos aquellos que nos hemos adaptado mejor a las dinámicas ecológicas que han devenido en toda nuestras Historia Natural. Muchos objetan que el ser humano es totalmente diferente al resto de los animales debido a su capacidad simbólica y moral. Es cierto que estas son únicas del ser humano, pero no quiere decir que sean exclusivas de este último, ya que pudieron existir otros especies de homos que tuvieron capacidades similares, aunque quizás menos complejas. A su vez, es muy probable que existan otros seres biológicos (o incluso artificiales) con estas capacidades en otros mundos del espacio exterior. 

Los fenómenos culturales y morales pueden entenderse también desde la selección natural. Las culturas que persisten en la actualidad son aquellas que mejor se han adaptado a las condiciones materiales en las que se han desarrollado. Un ejemplo sería el actual sistema económico. El capitalismo coexistió en el mismo ambiente ecológico con otros sistemas, como el feudalismo, el absolutismo o el socialismo. Todos estos sistemas compartían el mismo nicho, pero el capitalismo pudo persistir debido a su flexibilidad adaptativa, siendo los otros sistemas económicos seleccionados en el más estricto sentido darwiniano, extinguiéndose sin más, como el feudalismo o el fascismo, o quedando arrinconados en pequeñas parcelas, como el absolutismo o el socialismo.  

La selección natural supone un mecanismo descriptivo y explicativo de una gran generalidad y universalidad que permite conformar un marco de trabajo para futuras hipótesis y teorías científicas, siendo la tarea de las ciencias sociales el describir y explicar cómo se aplica la selección natural respecto al devenir de dinámicas grupales, culturas, instituciones sociales o sistemas económicos entre otros. Un ejemplo es la sociología, la cual, en vez de limitarse al análisis de discursos y a la hermenéutica posmoderna, podría intentar explicar cómo un modelo de sociedad desplaza a otro. 

La antropología cultural puede seguir perfectamente un camino muy similar. Las diferentes culturas que surgen en el devenir histórico forman un serie de herramientas, instituciones y creencia, con el objetivo de mantener la homeostasis con sus contexto ecológico. Todas estas compiten entre sí, debido a que comparten multitud de nichos, pudiendo a su vez cooperar entre ellas para aumentar sus posibilidades. Aquellas culturas que se adaptan con mayor facilidad a su entorno por medio de dichas herramientas y creencias, son las que realmente tienen éxito y persisten, mientras que las demás son seleccionadas, quedando relegadas a estrechos territorios, como es le caso de las comunidades tribales, o extinguidas sin más, como la cultura manchú imperial. 

El materialismo cultural es una paradigma que encaja a la perfección con este enfoque, pudiendo explicar multitud de fenómenos culturales, recurriendo a la relación de las comunidades humanas con sus condiciones ecológicas en las que se desarrollan. Esto permite formular hipótesis falsables, dando a la antropología cultural el legítimo estatus de ciencia. Aplicando la selección natural a las ciencias sociales (siendo el meme y no el gen la unidad evolutiva social), estas podrán formular hipótesis y teorías falsables y de gran potencia explicativa, elevándolas al rango de ciencias de pleno derecho, eliminando la distinción entre ciencias naturales y sociales, unificando la ciencia, acercando a ser humano a una comprensión más clara y racional de la propia realidad. 

La escula Austria de economía y la pseudociencia de la praxología

 Una de las escuelas de pensamiento económica que se se ha puesto de moda entre muchos políticos, ideólogos y demás difamadores es la escuel...