lunes, 12 de junio de 2023

La escula Austria de economía y la pseudociencia de la praxología

 Una de las escuelas de pensamiento económica que se se ha puesto de moda entre muchos políticos, ideólogos y demás difamadores es la escuela austriaca de economía. Esta surge de los trabajos de Carl Menger (1840-1921), pero alcanza su máximo potencial (y posterior declive) con la obra de dos filósofos y economistas de origen austriaco, Ludwig von Mises (1881-1973) y Friedrich Hayek (1899-1992). Esta escuela de economía es una de la más inusuales y controvertidas de la Historia del pensamiento económico. Esto se debe principalmente por su crítica voraz al excesivo colectivismo y materialismo de la economía, planteando un nuevo paradigma epistemológico en el campo de la economía que se contrapone a la economía neoclásica, el keynesianismo, y sobre todo, al marxismo. 

Los trabajos de Menger representa el inicio de la trayectoria de esta tradición epistemológica-económica. Menger apunta, junto con la economía neoclásica, que los valores no son propiedades objetivas de los objetos, sino que son características subjetivas que construyen los individuos en función de sus deseos y necesidades, siendo el mercado aquel sistema racional que distribuye estos valores subjetivos en función de la oferta y la demanda. Esto supone un rechazo total a la teoría del valor-trabajo propia de la economía clásica, y por ende, a la marxista. Siendo que los valores de los bienes y servicios que se ofrecen y demanda en el mercado son subjetivos, no tiene sentido que el Estado intervenga en la economía. Esto se debe a que los factores subjetivos son demasiado numerosos y difíciles de medir que el Estado no pueden tener una información fiable para poder dirigir la economía con mayor racionalidad que el propio mercado. 

Desde este enfoque subjetivista y liberal respecto al Estado y la sociedad, Mises enfoca toda su obra en dos aspectos, la fundamentación de un nuevo paradigma epistemológico para la economía, la praxología, y la crítica de todo intervencionismo económico, en especial el socialismo, al que dedica extensos y voluminosos libros criticando todos sus puntos desde su propia metodología. 

La praxología, tal y como la entiende Mises y sus seguidores, es la ciencia formal que estudia la estructura lógica de las acciones humanas a partir de un enfoque axiomático y una metodología individualista. Mises rechaza aplicar a la economía el enfoque de las ciencias naturales. El objeto de la economía no es estudiar las causas y regularidades de grandes procesos sociales y económicos, sino dilucidar la estructura lógico-formal que regula las percepciones subjetivas de los individuos y sus relaciones de oferta y demanda bajo un régimen de mercado perfecto. Desde este individualismo metodológico, las relaciones de oferta y demanda surgen al combinarse todas las escalas de valores de personas. Para Mises, la sociedad es un mero proceso aditivos de todos los miembros que la componen. 

Un enfoque similar es el que planteó el premio Nobel de economía Gérard Debreu (1921-2004). Según este autor, un vez que su teoría del equilibrio económico queda axiomatizada, esta queda incluida como parte de la matemática y es indiferente por tanto a los datos empíricos. Debreu entiende la economía (más concretamente a la microeconomía) como un sistema matemático formal ajeno a las contingencias del devenir empírico. La economía estaría más emparentada con la geometría formal que con las estadísticas concretas. 

El mayor defensor de este marco conceptual es el economista y filósofo alemán Hans-Hermann Hoppe (1949). Hoppe es una gran apologista de la praxología austriaca, afirmando la superioridad metodológica de la ciencia económica frente a otras ciencias por basarse en categorías apriorísticas en referencia a la racionalidad subjetivista de los individuos en un régimen de mercado. Hopper argumenta a su vez que este enfoque metaeconómico, al basarse en el racionalismo kantiano y el formalismo apriorístico, tiene una mayor validez y fecundidad que la economía ortodoxa o tradicional. Esta última, según Hoppe, se basa en principios empíricos-positivistas, los cuales hacen que la economía tienda al relativismo y al historicismo.

A partir de este paradigma, la escuela austriaca argumenta que el comportamiento humano está determinado por una serie de principios apriorísticos universales, como la regla del máximo beneficio. Los seres humanos son individuos racionales que buscan siempre el máximo beneficio, siendo el mercado el único mecanismo social que puede garantizar dicho beneficio. La economía es por tanto una ciencia formal del comportamiento individual. 

Al definir al ser humano bajo estos parámetros, los economistas austriacos (más bien filósofos austriacos) abogan por la no intervención del Estado en materia económica, garantizando solo la seguridad y el respeto a la propiedad individual, el máximo derecho dentro de la moral de esta escuela. La intervención del Estado, desde este enfoque, siempre conlleva a la dictadura y a la socialización del pensamiento, la disolución la creatividad y el individualismo, y por tanto al totalitarismo. El socialismo ( y por tanto el comunismo) es quizás el mayor enemigo de esta escuela. Esta aversión hacia el socialismo llega a tal punto que Mises y Hayek llegaron a defender regímenes dictatoriales la Austria del Frente Nacional o el Chile de Pinochet para destruir todo movimiento socialista. 

A pesar de sus extravagancias y difusión, la escuela austriaca de economía representa una total pseudociencia a nivel metodológico, y una completa falsedad descarada a nivel político y moral. Es  cierto que la crítica a la teoría del valor trabajo tiene cierto fundamento, pues el tiempo de trabajo no es el mejor indicador para determinar el valor de un producto o servicio. Sin embargo, la praxología es insostenible a nivel epistemológico, de hecho representa un insulto a la psicología, la sociología, la historia e incluso al sentido común. 

La ciencia es la construcción de teorías matemáticas que representen relaciones entre variables del mundo real, utilizando por ello la observación y la experimentación racional. Reducir el comportamiento humano a una serie de principios apriorísticos abstractos y argüir que estos no se cumplen en la experiencia por la intervención del Estado, es cuanto menos una broma de mal gusto. Numerosas investigaciones en psicología y sociología ha demostrado que los individuos no siempre se guían por el máximo beneficio. Los seres humanos son seres sociales, individuos que cooperan entre sí para resolver problemas. 

El mercado real no se ajusta a los modelos abstractos de estos pensadores (ni tampoco a los de la economía neoclásica). En el mercado se producen grandes desequilibrios en la oferta y la demanda, la distribución de la riqueza o en la capacidad de acción, los cuales son el resultado de la conjunción de múltiples factores, como la distribución no homogénea de la información, la concentración de los medios de producción o factores socioculturales que modelan las relaciones económicas. 

 La intervención del Estado siempre ha sido necesaria para el mercado y la economía en general, pues el Estado es el principal proveedor de seguridad jurídica y personal, orden y promotor de infraestructuras necesarias para todo desarrollo industrial y económico. Desde el Estado se han impulsado el desarrollo de incontables avances científicos y tecnológicos que ha revolucionado el mercado en multitud de ocasiones (la energía nuclear es un buen ejemplo). Esto no quiere decir que el Estado deba suplantar por completo al mercado, pero si es cierto que el mercado necesita del Estado para existir. Al fin y al cabo, todas la economías desarrolladas son economías mixtas, pero siempre con ciertos grados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La escula Austria de economía y la pseudociencia de la praxología

 Una de las escuelas de pensamiento económica que se se ha puesto de moda entre muchos políticos, ideólogos y demás difamadores es la escuel...