viernes, 26 de febrero de 2021

Liberalismo español, anotaciones a la filosofía de Carlos R. Braun

 En su ensayo Estado contra Mercado, el economista y filósofo liberal Carlos R. Braun expone de forma breve y clara las líneas ideológicas y económicas del actual neoliberalismo español, el cual tiene multitud de acólitos como Juan Ramón Rallo, Jano García, Antonio Escotado, Fernando Savater o el mismo Carlos R. Braun. En este pequeño ensayo, Braun aborda la polémica entre el libre mercado y el intervencionismo económico del Estado democrático desde una perspectiva claramente liberal, sin tecnicismos económicos y políticos. Braun, y el resto de liberales, defiende la idea o tesis de que el Estado se ha vuelto excesivamente grande que obstruye en cierta medita al Mercado, yendo más allá de la justicia y teniendo posturas políticas y morales cuanto menos cuestionables. 

Elogio al Mercado 

Braun comienza defendiendo la tesis de que el capitalismo salvaje no existe, pues en el salvajismo solo impera la ley del más fuerte, contrario a su concepción del Mercado. Braun apunta que en las civilizaciones  donde ha habido libre comercio, ha habido desarrollo material, político y cultural, algo que explica que haya golpes militares en África y no en otros países en pleno S.XXI, ya que el desarrollo de la democracia liberal imposibilita la toma del poder por la fuerza bruta debido a la fuerza del libre mercado. Dicha tesis es la base del historicismo liberal de Francis Fukuyama, el cual afirma que el colapso del socialismo marxista y el triunfo de la democracia liberal occidental supone el fin de la historia, al que es bastante exagerado, pues algunos autores como S. Huntington afirma que la historia actual encuentra su nuevo motor en la lucha o choque de civilizaciones o macroculturas. 

Por otro lado, Braun aclara que el intervencionismo actual ha evolucionado a posturas más sensatas que de la eliminación del Mercado, pasando del puro dirigismo eficientalista (comunismo o fascismo), a la búsqueda de la equidad y la redistribución de la riqueza, siendo este el discurso hegemónico de la socialdemocracia actual (y en algunos casos de la democracia-cristiana). A su vez, el liberalismo anarquista o anarcocapitalismo defendido por Ayn Rand es imposible, ya que el Mercado implica necesariamente una serie de restricciones básicas: los derechos civiles y la propiedad privada, los cuales solo pueden ser proporcionados por el Estado de Derecho. Con esto, el Mercado se define como el conjunto de transacciones y relaciones que hacemos entre nosotros con el objetivo de satisfacernos, protegiendo la propiedad privada y limitando el poder político. 

Para Braun y el resto de economistas en general, el origen del desarrollo económico y del bienestar personal reside en la especialización del trabajo. Las sociedades más primitivas son más pobres debido al excesivo número de tareas que realizan sus miembros. Con la especialización del trabajo, la productividad aumenta sin precedentes, aumentando los intercambios de productos y el bienestar de sus miembros. Esto se debe a que con la especialización, uno se centra en su trabajo, produciendo más, intercambiando lo que produce por otros productos que necesite, siendo el dinero el mecanismo para ello. A su ve, si uno no tiene productos que ofrecer, puede arrendar su propia fuerza de trabajo, ya que el Mercado no es un mecanismo cerrado, sino un complejo fenómeno social que evoluciona y cambia con el tiempo y los avances tecnológicos y culturales. 

El Mercado nos indica para lo que servimos y lo que valemos en forma de precios, los cuales se establece en función de las necesidades y satisfacciones de la colectividad, es decir, el equilibrio entre oferta y demanda, la famosa ley de Say. La pobreza no resulta del mercado, sino de una traba a este. Esto último, a pesar de su coherencia aparente, es errónea, pues Braun, y el resto de liberales actuales, presuponen una racionalidad inherente al mercado. El Mercado, a pesar de su cierta racionalidad y apertura, presenta una serie de desequilibrios y errores que se deben a la propia estructura del mercado. Sin embargo, esto no justifica los métodos utilizados por los intervencionistas, en especial los keynesianos (y neokeynesianos), los cuales, lejos de resolver los desequilibrios económicos a largo plazo, los han dejado tal y como están, y en algunos casos como en Latinoamérica o la Europa mediterránea, a empeorado considerablemente. 

El proceso de creación y difusión de la riqueza se debe a la explotación de oportunidades, las cuales profundizan en la especialización del trabajo. Esto se revela en la metáfora de la Mano Invisible, desarrollada por Adam Smith, padre de la economía clásica, en su excelente y voluminoso ensayo, La Riqueza de las Naciones. Esta Mano Invisible, no debe de ser entendida como sustantivo, algo ajeno que controla el Mercado, sino como adjetivo, es decir, el orden económico moderno es invisible, por tanto, incontrolable, algo que es desarrollado por la Escuela Austriaca, en especial por Von Mises y F. Hayek, los cuales llegan a afirmar que el Mercado es tan complejo que no puede ser traducido por ningún modelo matemático como pretendía algunos economistas como Ricardo, Keynes o Friedman. Esto se debe a que el valor de los productos y servicios no está determinado por ninguna ley o parámetro objetivo, tal y como pretendían los economistas marxistas como Marx, Lange o Kalecki, sino que el valor de un producto o de un servicio queda determinado por la estimación subjetiva de dicho producto o servicio de la población objetivo a la que se destina, es decir, el valor queda determinado no por el trabajo, sino por la relación entre oferta y demanda. 

Braun declara que el Mercado es ordenado, y que no atiende a la fortaleza y a la debilidad de las empresas, sino a la eficiencia de estas. Empresas enormes pueden caer fácilmente si no son eficaces en sus respectivos sectores económicos. Pero, cómo saber en que especializarse, en que invertir nuestra fuerza de trabajo. Esto viene dado por el Mercado, por aquello que podemos ofrecer a los demás, tanto en forma de trabajo como en recursos.  Aquellos que no prosperan son los que no han encontrado un mercado o sector del mercado donde puedan comerciar con sus recursos y capacidades, lo que la moderna psicología del trabajo o industrial llama empleabilidad. El Mercado es una oportunidad y no un obstáculo, ya que con la especialización del trabajo, aumenta la producción, la renta, el consumo y el bienestar. La economía sea ha entendido como un juego de suma cero, donde uno gana lo que pierde otro. Sin embargo, esto es erróneo según los liberales, pues el Mercado es un juego de suma positiva, donde todos podemos ganar simultáneamente. 

Esta concepción primitiva del Mercado, según Braun, el el origen de ideas como la teoría del Valor de Marx, la cual se sustenta en que el valor de algo es el coste de transformar la materia prima en dicho producto, siendo los trabajadores aquellos que proporcionan valor, y siendo el beneficio del empresario un robo en toda regla, lo que Marx y el resto de marxistas llaman plusvalía. Según la tesis de Braun, los enemigos del mercado o el comercio (Escotado) utilizan esta concepción del capitalismo para calificarlo de injusto, buscando en la revolución, y después en la reforma, el "hombre nuevo", lo cual solo ha traído hambre y muerte para millones de personas, pues donde se elimina la propiedad privada, también desaparecen las libertades civiles y políticas, algo que expone brillantemente Hayek en su magnífico ensayo Camino a la servidumbre. 

Las especialización del trabajo y el Mercado han traído mayor producción y bienestar para enormes masas de población. Por otra parte, problemas como el hambre tienen más que ver con la libertad de acción que con la producción alimenticia, pues un país como India dejó de registrar hambrunas masivas desde que implanto la democracia, a diferencia de su vecina China, que hasta que no abandonó el comunismo maoísta, no dejo de registrar hambrunas periódicas tan desastrosas como la de los años sesenta con 30 millones de víctimas. La competencia es el disolvente de los privilegios económicos. Los intervencionistas, según Braun, anteponen en muchos casos las libertades políticas sobre las libertades económicas, cuando los países más políticamente democráticos son los países más libres económicamente.  

El Monopolio 

Para Braun, el argumento de que el libre mercado fomenta la creación de Monopolios es falso, debido a que parte de la concepción salvaje del Mercado. Los monopolios son excepciones raras en libre mercado, que no suelen durar mucho, debido al beneficio que obtienen, el cual estimula la competencia de otras empresas la intervención de monopolios u oligopolios por parte del Estado no es económico, sino política.. 

Braun argumenta que existe en el sector privado desde hace tiempo una legislación antimonopolista, pero frecuentemente es usada por aquellos que quieren que empresas ineficaces no se queden sin negocio. El ejemplo que pone es la de los fabricantes de automóviles americanos, que queriendo impedir la entrada en sus mercados de los automóviles japoneses, con la escusa de proteger la libre competencia. Con la entrada de la industria nipona y europea, los americanos disfrutan de coches más modernos y baratos. Las medidas proteccionistas perjudica a los consumidores como los productos eficientes, beneficiando solo a empresas ineficaces, como la anquilosada PDBSA en Venezuela, o Telefónica en España. 

La liberalización de los mercados siempre trae beneficios, no siendo importante el número suficiente de competidores (es imposible saberlo), sino la eliminación de restricciones al comercio y el mercado. Cuando un gobierno protege una empresa frente a un competidor, lo que hace es proteger a empresas ineficaces y caras para el consumidor de bienes y servicios. No es eficiente pasar de un monopolio natural a un monopolio público o estatal. 

Bienes Públicos y Externalidades 

Los bienes públicos son aquellos que no producen rivalidad y no son competitivas. No disminuye la cantidad disponible tras su uso y es externo porque no cuesta nada añadir a una persona más a su uso (las carreteras o la TV pública). Un bien público no es un bien gratuito. Este bien no es racionalizado por los precios del mercado pero hay que pagar su construcción y/o producción (impuesta). Un bien público no quiere decir que producido por el Estado en forma de monopolio. Un bien público puede ser suministrado por empresas privadas a través de tasas indirectas, no por su uso, sino por su mantenimiento. 

Llegado a un punto, Braun declara que existe externalidades que afectan negativamente a los demás, como es la contaminación, que para su correcta solución, según Braun, no debe verse como un fallo del Mercado, sino como una debilidad institucional y se debe tener cuando con lo que se hace. 

Equidad y Macroeconomía 

Para Braun, la justicia se confunde con la igualdad, no atendiendo a las circunstancias concretas, sino a las relaciones entre individuos, pues no se argumenta que en los países pobres la renta per cápita sea baja, sino que se compara entre ricos y pobres de dicho país. El Mercado produce desigualdad debido a determinados defectos, pero muchos arguyen que el propio Mercado genera desigualdad porque distribuye la riqueza en función de la productividad, algo que es defendido por Marx y sus trasnochados acólitos. 

El Mercado produce desigualdad, pero también produce riqueza para todos. Disminuir la desigualdad de forma forzada genera más pobreza y miseria, ya que las sociedades menos desiguales son las más primitivas y miserables, donde no se respeta la libertad individual, como el caso de Haití o Nicaragua. El Estado, al suprimir la desigualdad del Mercado, la cambia por otra. El Mercado desatiende los privilegios y genera oportunidades. El Mercado nos beneficia a todos, siempre y cuando cualquiera pueda llegar a ser rico y que los sueldos de los más pobres sean mayores a los sueldos de una economía planificada o sin Mercado, tal y como intentó desarrollar sin existo Lange y demás economistas marxistas. 

Para Braun, las fluctuaciones macroeconómicas no son producto del Mercado, sino de las instituciones, sistemas bancarios y políticas inadecuadas. Braun defiende que el intervencionismo seguido del crack del 29, el New Deal desarrollado por el gobierno de F. D.  Roosevelt, echó al traste los presupuestos equilibrados, aumentó en exceso el tamaño del Estado y se pasó de la "objetividad" del patrón oro al sistema monetario fiduciario, con bancos centrales que imprimen dinero sin fin. Con esto, surge el fenómeno de la estanflación, es decir, el conjunto del estancamiento económico y una excesiva inflación, llegando a su máxima expresión en la crisis del petróleo de 1973, llevando, según Braun, por delante los últimos mecanismos sensatos de control económico.

Braun sostiene una clara postura paleoliberal o clásica, defendiendo el respaldo del dinero por medio del oro y la reducción del Estado en materia económica, algo que se opone a las políticas fiscales neokeynesianas y las políticas monetarias de algunos neoliberales como Friedman. Sin embargo, esta postura es insostenible y un profundo anacronismo para los tiempos que corren, pues los avances tecnológicos, industriales y financieros suministrados por la revolución digital de los últimos años, hace imposible que se puede respaldar de forma eficiente todo el capital monetario por medio del oro, la plata u otro metal precioso. De hecho, el valor de una moneda no se determina por la cantidad de oro o plata que supuestamente los respalda, sino por la confianza subjetiva que le dan las personas que utilizan dicha moneda, siendo esto por lo cual el bolívar venezolano no valga absolutamente nada por que nadie le da valor debido a su nula confianza. La moneda es un monopolio público, la Banca es un sector privilegiado, debido a su poder de expansión, y contralado, debido a la intervención de poderosos bancos centrales. 

La postura que mantiene Braun respecto al sistema económica actual, a pesar de ser muy valiosa, es inexacta, pues la Escuela de Estocolmo, representado por el economista y sociólogo Gunnar Myrdal, han desarrollado todo un sistema económico intervencionista compatible con el libre mercado, siendo la base del actual Estado de Bienestar que disfrutan los países nórdicos. Este se basa en parte en doctrinas similares a las de Keynes, pero afirmando que debe de vigilarse un presupuesto estatal equilibrado, basado en una parcial planificación económica por parte del Estado, pero sin perjudicar la sector privado, a base de un sistema de impuestos racionalizado, simple, constante, no confiscatorio. Por último, dicha doctrina comparte la idea liberal de que una de las bases del crecimiento económico es el ahorro, pues un excesivo consumismo conlleva a una desproporcionada deuda pública de que perjudica a la larga a las familias y sus propiedades.  

El Mercado como una libertad entre otras

Braun defiende que el Mercado no es una entidad divina perfecta, sino un sector más de las relaciones humanas, la cual presenta errores, ambigüedades y fenómenos inexplicables al igual que el resto de ramas del saber humano. No obstante, estas limitaciones del mercado han sido usadas por el intervencionismo, tanto de derechas como de izquierdas, para recortar libertades económicas con fines políticos. Braun critica a "la nueva izquierda" con que esta tiene una aversión irracional al libre mercado y a la propiedad privada, además de una falta de moderación fiscal. La libertad puede traer desigualdad y riqueza, pero sin ella solo hay pobreza y miseria. 

Crítica al Estado

Braun defiende que el excesivo tamaño e influencia del Estado perjudica al Mercado y a sus usuarios, los ciudadanos. Braun critica el argumento de que el Estado, como poder coercitivo, naciera del acuerdo voluntario de los hombres para no matarse entre ellos, tal y como expone Hobbes en su Leviatán, pues si fueron capaces de formar el Estado de forma pacífica, podrían haberlo hecho de otra forma pacífica sin recurrir al Estado, no siendo este el único contrato social posible. Es así que el Estado, a nivel teórico, debe de garantiza seguridad física ante los delincuentes y enemigos foráneos e internos, garantizar la libertad para no tener que inmiscuirse en la vida privada ni en la propiedad. Y por último, justicia, darle lo que es de uno a uno. 

Sin embargo, el Estado actual es muy diferente al que plantea Braun, siendo que el Estado debe de garantizar, además de la seguridad física, educación, sanidad, retiro. El Estado orienta la propiedad privada a un óptimo social. A demás, la justicia pasa a ser lo que uno tiene a lo que uno merece. 

Braun argumental que el Estado ha sido reforzado con el surgir de la "democracia occidental", siendo que todo lo que salga del Estado es el consenso de todos, cuando este a arrebatado libertades a los individuos con el objetivo de acomodarse en el poder. El Estado ha pasado de ser la gran solución política, el gran problema de nuestro tiempo. Con la incorporación del Estado de bienestar, el equilibrio armónico anterior se rompe y existe multitud de Derechos sin responsabilidades, cosa que aumenta el poder del Estado, repercute negativamente en las libertades de otro y discrimina entre ciudadanos. 

Estado Democrático o Benefactor 

Según Braun, el Estado clásico se focaliza en evitar el daño a las individuos y su propiedad, mientras que el Estado actual velar por el bienestar de los individuos, siendo el primero una entidad administrativa controlado, mientras que el segundo es expansivo, justificando dicha expansión con el objetivo de alcanzar el bienestar. Con la creciente intervención del Estado y la complejidad ascendente de esta, el ejecutivo ha ido adquiriendo más poder, fagocitando al poder legislativo y extendiendo sus tentáculos lentamente al judicial, destruyéndose la separación de poderes indispensable para el Estado de Derecho, tal y como expone Montesquieu en su tratado El espíritu de las leyes

La democracia pasa de controlar el poder, a ser una excusa para extenderlo, en pos de conseguir la dudosa "justicia social", pero, quién dice que algo es justo socialmente. Los políticos, por supuesto. En una sociedad ética y moralmente sana, el Estado está contenido, ya que los ciudadanos se preocupan por sus derechos, los cuales conllevan responsabilidades. En la actualidad, las personas piden cada vez más derechos, y menos responsabilidades, por tanto, se sustituye el civismo por el estatismo, más Estado, conlleva menos moral personal (más ayudas, menos impuestos). "El poder económico es el deseable control sobre las cosas y el poder político es el indeseable control sobre las personas". La globalización no es un peligro por el cual los súbditos de las políticos deben de darle más poder para que los salve de ella; sino una oportunidad de enriquecernos libremente todos. 

Gasto Público, Impuestos y Deuda Pública 

Con la Expansión del Estado y su "misión", de solucionar la desigualdad, aumentar excesivamente el gasto público aumenta excesivamente el gasto público, lo cual no se traduce en beneficios a la ciudadanía. Gastar más en educación, es gastar más en educadoras, lo cual puede gastar más en educadores, lo cual puede o no beneficiar a los alumnos. Al universalizar la educación, esto genera un superproducción de alumnos universitarios, superando la demanda de los sectores que los deberían absorber, encareciéndose el valor de los títulos universitarios debido a la inflación. Al no poder ser absorbidos por el sector privado, esto hace que recurran al sector público y se conviertan en funcionarios, aumentando más y más el gasto público. Con el objetivo de llegar a la "justica social", los políticos recurren a los impuestos a las rentas más altas para distribuirla en las clases más bajas. 

Al aumentar los impuestos y subir los salarios, el precio de los trabajadores aumenta artificialmente, siendo muy costosos de mantener, haciendo que muchos empleados sean despedidos y pasen a ser parados. Esto hace que deban ser subvencionados por el Estado, eliminando su motivación para volver a trabajar en muchos casos, teniendo que aumentar el gasto público para garantizar dichas subvenciones, creando un mayor déficit público, y al no poder recurrir a medidas monetarias inflacionistas, los gobiernos vuelven a subir los impuestos con el fin de pagar la deuda pública, empezando de nuevo el ciclo de gasto público y generando más paro y deuda. 

Consideraciones finales 

En España presenciamos un resurgir del pensamiento liberal como reacción al fracaso de las políticas keynesianas defendidas por el Partido Socialista Obrero Español, la corrupción del centro derecha y los delirios suicidadas de la Nueva Izquierda encarnados en los desvaríos y utopismos de Unidas Podemos. El intervencionismo económico en España ha resultado ser un desastre desde la llegada del S. XXI, elevando el gasto público de forma desorbitada, manteniendo monopolios y empresas estatales ruinosas como Renfe o Correos, y esquilando al sector privado con impuestos confiscatorios que en muchos casos no se redirigen a la mejora del sector público, sino a su gasto irresponsable en obras públicas como monumentos, actos culturales de dudosa utilidad o asociaciones sociales improductivas, o lo que es peor, en contentar a una serie de grandes corporaciones empresariales, que defendiendo el capitalismo, lo destruyen atacando a su principal pilar, la libre competencia. 

Este brote de liberalismo económico y político puede ser bastante sano para nuestra sociedad, pero creo que algunos de sus acólitos demonizan demasiado al Estado en algunos aspectos y pueden degenerar rápidamente en el fanatismo y el dogmatismo, la gran enfermedad que carcome la política de nuestro país. Braun y demás liberales hacen bien al fomentar la lectura entre nuestros jóvenes los textos de Smith, Von Mises o Hayek entre otros, pero en estos jóvenes, antes de cualquier teoría o doctrina política-económica, debe primero cultivarse la prudencia, el civismo y la concordia. 

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