miércoles, 24 de febrero de 2021

El primer Principio de Duns Escoto

 La doctrina de Juan Duns Escoto se enmarca dentro de la escolástica medieval, tomando partido por un realismo metafísico contrapuesto a la inmanencia de la escuela aristotélica-tomista, y al nominalismo radical de la escuela de Occam. Escoto, en su Tratado del primer principio, pretende establecer un sistema racional que demuestra la existencia de Dios y sirva de fundamento a toda teología posible, enfocando su principio en el concepto de causalidad, siendo que Dios no tiene causa alguna (ni si quiera sí mismo), sino que es la causa número y última de todo aquello que no es contradictorio. Siguiendo y ampliando a Anselmo, Escoto afirma que Dios es, al ser pensado, lo más grande que puede ser pensado, lo más grande que puede ser pensado y no entre en contradicción consigo mismo. 

Las reflexiones de Escoto, a pesar de su rechazo al tomismo, parte del concepto de causalidad de la tradición aristotélico, siendo fácil de probar la existencia del Primer Motor, pero Escoto no busca una descripción física o mecánica, sino una explicación metafísica del por qué de Dios como Primer Motor. Esta explicación es totalmente necesaria, pues sin la existencia de Dios como causa primera, según Escoto, pues sin esta causa primera, no puede explicarse la causa de las demás cosas, derrumbándose la realidad y todo conocimiento posible. 

Para Escoto, al igual que Kant, el conocimiento parte de las cosas que captan nuestros sentidos (Aristóteles), pero esta va más allá, captando las esencias de las cosas, los universales independientes a todo particular e idea, teniendo como fin la esencia divina por medio de una intuición intelectual de Dios, la cual toma forma en el cristianismo como revelación de la Santa Trinidad, esencia de la Divinidad Suprema. Esta revelación se da por voluntad de Dios, pues este quiere que su esencia sea inteligente, lo cual se explicita en la Trinidad, donde las tres personas: Padre, Hijo y Espíritu, son distintas entre sí, pero comparten la misma sustancia o esencia divina, Dios. 

La tradición platónica 

Escoto, a pesar de utilizar los materiales de la tradición aristotélica, basa su sistema filosófico en la tradición platónica-plotiniana transmitida por Agustín de Hipona, siendo que no hay diferencia real entre esencia y existencia, siendo que los particulares materiales no son más que contradicciones de las esencias o formas reales, siendo las Ideas aquellas que tienen individualidad y realidad propia. Sin embargo, Escoto, en sintonía con Agustín y el cristianismo, niega que las Ideas sean eternas e inmutables, tal y como diría Platón; o que la Belleza, el Uno o el Verbo sea el Ser infinito, como diría Plotino, sino las ideas son producidas por el intelecto de Dios, y materializas por su voluntad (a la vez que el intelecto), siendo a demás que el Bien, la Belleza o el Uno son efecto de Dios, ya que este es la Causa Primera. 

Epistemología escotista 

Para Escoto, el conocimiento tiene su primer inicio en las cosas que nos comunica nuestros sentidos. Sin embargo, esto solo es el principio, ya que el ser humano basa su conocimiento fundamentalmente en juicios a priori, los cuales, según él, indican la causa y la relación de las esencias de las que participan las cosas particulares. No obstante, Escoto argumenta que la demostración de Dios debe de ser a posteriori, ya que Dios no tiene causa alguna, sino efectos de las cuales es su causa, pro tanto, debemos observar los efectos, es decir, las esencias reales para llegar al conocimiento de Dios, oponiéndose al argumento ontológico (mejorándolo según algunos) de Anselmo (el cual es a priori) y centrándose en argumentos cosmológicos (Aristóteles y Leibniz) y físico-teológicos (teleológicos) propios de los mecanicistas deístas franceses como Diderot o Voltaire. Estos argumentos son refutados por Kant en su Crítica a la Razón Pura, donde argumenta que estas pruebas de la existencia de Dios parte del uso ilícito de categorías solo aplicables a la experiencia, como es la causalidad, aunque esta noción de categorías vacías sea errónea. 

Volviendo a Escoto, este intentará demostrar la existencia de Dios, por medio de la causalidad y de la relación entre las esencias, siendo que sin Dios, estas se desmoronan por si solas, teniendo que ser Dios y estas relaciones entra las esencias necesarias y no contingentes, siendo un preludio a la Ética de Spinoza y su determinismo panteísta. 

Primer Principio 

El Primer Principio que expone Escoto es que Dios es el Ser Absoluto, es decir, causa del ser de todo aquello que es causa del ser del ente, tal como dice Dios a Moisés: "Yo soy el que soy". A raíz de este principio, Escoto llega a la existencia de Dios por medio de los cuatro tipos de causalidad que expone Aristóteles en su Metafísica, llegando a concluir que Dios es el Ser de toda causa, es decir, Dios no tiene causa, sino que es causa de todo. 

Los tipos de causa expuestas por Aristóteles son: 

a) Causa material: el cambio o movimiento es producto de la materia del que se compone. 

b) Causa formal: el movimiento es producto de la forma impuesta a un cuerpo. 

c) Causa eficiente: el cambio es producto de una causa exterior al efecto. 

d) Causa final: el cambio es debido a un propósito (teleología). 

Una de las primeras conclusiones a la que llega Escota es que el orden esencial o ser de las cosas reales no puede depender de sí mismo, sino que viene dado por una causa, siendo la causa primera solo dependiera de las esencias mínimas, no habían cadenas casuales, siendo algo imposible para nuestro conocimiento. A su vez, Escoto argumenta que las cadenas causales no pueden ser circulares, porque si algo es anterior a lo anterior, es anterior a lo posterior, siendo que lo posterior, por ser posterior, no puede ser anterior a lo anterior, siendo imposible cualquier círculo causal. 

Conclusiones de las Causas

1º) Lo que no es finito, no es efecto

Esta conclusión se entiende que toda causa finita es a su vez causa final, ya que el final o propósito determina la ejecución de la causa sobre el efecto. Con esto, Escoto afirma que todo efecto responde a un propósito o fin determinado. 

2º) Lo que no es efecto, no es finito

De aquí se entiende que aquello que no es producto de una causa eficiente, no tiene fin o propósito eficiente, no tiene fin o propósito alguno, ya que el fin es aquello amado por la causa eficiente en cuanto su efecto. No obstante, el fin no es causa de la causa eficiente, sino del efecto, siendo que un agente obra por un fin, no por su efecto, es decir, el fin de una mesa no es el fin del carpintero, sino el de usar la mesa, el efecto del carpintero como causa eficiente. 

3º) Lo que no es efecto, no es materiado 

La materia informa es pura potencia pasiva contradictoria, siendo que la forma es aquello que pone en acto a la materia. Esta forma es dada por una causa eficiente, que atiende a un propósito o fin, siendo que la materia concreta de la que se compone cualquier cosa, es decir, la causa material, es puesta en acto o forma por una causa eficiente, siendo que el efecto resultante responde a un fin o propósito determinado. 

4º) Lo que no es materiado, no es formado y viceversa 

Aquello que no es materiado, es decir, que es causado por la materia, no puede ser formado, ya que la forma es aquello que determina la materia como acto determinado. A su vez, lo no formado no es materiado, ya que la forma es lo que determina a la materia en acto concreto. Por tanto, y en sintonía con el hilomorfismo de Aristóteles. Lo que no es efecto de causa formal y viceversa, ya que materia y forma están unidos. Siendo Dios incausado, carece de materia y forma, pues ambos son causados por lo materiado y lo formado como causa; siendo que Dios no tiene causa alguna, siendo inmaterial e infinito. 

5º) Lo que no es causado de causas extrínsecas, no es causado de causa intrínsecas 

Esto se deduce del hecho de que nada, salvo Dios, es causa de sí mismo, sino que recibe su ser en función de una causa exterior, por tanto, las causas extrínsecas son anteriores a las intrínsecas, pues estas últimas no son por sí solas, sino que dependen de causas extrínsecas. 

6º) Los cuarto géneros de causas se ordenan esencialmente en el causar mismo

Según afirma Escoto, existe un orden esencial en los cuatro géneros de causa, ya que la conjunción de estos cuatro géneros produce lo idéntico. Es así que Escoto ve que la causa final precede a la causa eficiente, clara muestra del carácter teleológico de su sistema; siendo también que la forma es la que precede a la materia, ya que esta última queda determinado en acto por la primera, mostrando su claro platonismo. 

Todo ente es efecto de un efectivo 

Esto es evidente debido a que, al tener todo ente un propósito, es decir, un fin, por tanto, al tener un fin, es un efecto de una causa eficiente, es decir, de un efectivo. Por tanto, todo ente, por ser un fin de una causa efectiva, es efecto de un efectivo. 

Sobre la naturaleza de Dios 

Siguiendo todos estos razonamientos, Escoto afirma que el primer efectivo, Dios, es incausado, porque es inefectible y efectivo independientemente. Por lo tanto, Dios no es efecto de ninguna causa, a su vez, es efectivo de todo lo demás, es decir, Causa Primera, ya que, al tener todo ente su causa en algo externo, solo es posible, según la metafísica aristotélica, aceptar la existencia de una Causa Primera incausable, pues los círculos causales no son posibles, y una cadena causal infinita es absurda. Es así que todo lo que es, es efecto del Primer Efectivo, siendo este independiente de toda efectibilidad, a saber, no tiene causa ninguna. 

El efectivo primero simplemente es un existente en acto, y alguna naturaleza que existe actualmente es efectiva de este modo. Para Escoto, al igual que Aristóteles, Dios es acto puro, pues es el Ser Supremo e Infinito que todo lo puede y convive. El Primer Motor Inmóvil aristotélico adquiere en el pensamiento de Escoto una dimensión plotiniana, pues Escoto realiza una síntesis entre el Uno de Plotino, y el Motor Inmóvil de Aristóteles, ya que Dios es el Ser Supremo e Infinito, trascendente a todo (Plotino), que es Causa Primera de todo lo que es (Aristóteles). 

A su vez, Dios, al ser incausado, su ser es necesariamente por sí mismo, ya que si su ser no fuese por sí, no sería incausado, ya que todo ente que no sea por sí mismo, es ente por una causa efectiva. Siendo que Dios es incausado, su ser no puede depender de ningún otro, por tanto, concluye Escoto, Dios es por sí mismo y por nada más. A su vez, el ser que es por ´si mismo debe de ser Uno o de naturaleza única (Plotino), pues si fuesen dos, ambas tendrían una naturaleza común, siendo una inferior a la otro, siendo imposible por su contradicción de ser en sí misma.

Todo ente, afirma Escoto, tiene algo finito, está destinado a un propósito o fin, ya que todo ente tiene de efectivo, siendo que toda causa eficiente es movida por una causa final. A su vez, Dios, por no ser efecto alguno, tampoco es fin alguno. Además, como Ser incausado, Dios es eficiente primero, y como todo eficiente responde a un fin que quiere, es por tanto finitivo primero e independiente, es decir, aquello causa eficiente que actúa (ya que es puro acto) sobre el Universo (pues Dios está fuera de él) con un fin determinado para este efecto que es el Universo. 

En el caso de las formas, Escoto, siguiendo a Aristóteles, afirma que las formas son como números, los cuales indican el grado de perfección, siendo Dios la Forma perfecta que da la forma a todo los demás, siendo Dios la suprema naturaleza, por tanto, incausado. 

Es así que Dios tiene una triple condición; como primer eficiente, el cual es el más actual porque contiene toda la posible actualidad. Como primer fin, siendo este el mejor , ya que contiene toda la bondad. Y como primer eminente, el cual es el más perfecto, ya que contiene de modo eminente toda perfección posible. Es Dios el único Primero y todo lo que es distinto de él, es posterior a él, tal como declara Escoto al tratar del triple orden. Siendo Dios el Primer Ente, este es simple, infinito e inteligente. Escoto razona que, debido a que Dios es incausado y primero, este es en sí simple, siendo intrínseco a su naturaleza, y por tanto, en grado máximo. A esto se le suma que la simple perfección, aquella cuya existencia en cualquier ser es mejor que su no existencia, pertenece necesariamente a la Naturaleza Suprema en un grado también supremo. 

Argumento Físico-Teológico de Escoto 

Escoto afirma que el Primer Principio es inteligibles y tiene voluntad, ya que es al ser el Primer Eficiente. Este actúa por fin, siendo que para actuar por un fin como Eficiente incausado, debe ser inteligible y volitivo. Además, el fin por el que actúa es su misma naturaleza, ya que si fuese cosa distinta, no tendría voluntad propia. Al ser volitivo, todo lo que causa ser contingente, pues si fuese necesario estaría determinado por una causa, es decir, sería causa necesaria de sí misma, cosa que es imposible por su naturaleza volitiva. 

Esta concepción de lo contingente descansa en la crítica que realiza Agustín de Hipona al neoplatonismo de Plotino, pues este último afirmaba que el Uno, es decir, Dios, produce las Ideas y el Alma por emanación de sí mismo, cosa que según Agustín, lo deja como un ser frío y sin voluntad, siendo que Dios produce las Ideas y Almas no por necesidad, sino por amor y libertad, ya que es un ser provisto de inteligencia y voluntad. Además, a este argumento físico-teleológico se le añade uno ontológico, pues Escoto afirma que al ser Dios la suma perfección, este debe poseer la inteligencia perfecta y la voluntad perfecta. Por otra parte, Escoto dicta que el observar que hay seres inteligentes y libres, nos da a entender que un Ser más perfecto se los ha dado, haciendo una similitud con la filosofía tomista, y siendo un preludio a la teología cartesiana. 

Este tipo de argumentos será ferozmente criticado por la filosofía kantiana, ya que esta último afirma que estos argumentos descansan en un uso ilícito de categorías como la causalidad o la existencia, que solo puede ser usados de forma correcta cuando se aplican a fenómenos de la experiencia, cosa que Dios no es ni por asomo. 

Infinitud y unidad de Dios 

Dios es infinito, ya que al no ser un ente material, este carece de forma, por tanto es infinito. Esto se demuestra, según Escoto, por el hecho de que la forma es la que determina a la materia. Si Dios no tiene materia alguna, no está determinado por forma alguna. Al no tener forma, Dios es indeterminado, por tanto, también infinito. 

Escoto termina su tratado con una defensa del monoteísmo y de la unidad de Dios, diciendo que, aunque existan multitud de dioses nominales, solo existe un Dios único en naturaleza, independientemente de que se lo niega o rechace por opinión. Escoto acaba con cinco proposiciones finales que según él afirma la unidad de Dios: 

a) Un intelecto infinito es solamente el único en número. 

b) Una voluntad infinita es única en número. 

c) Una potencia infinita es única en número. 

d) Un ser necesario es única e número. 

e) Solo hay una única bondad infinita. 

Comentario Final  

Cuando pensamos en la filosofía medieval, solemos imaginar una eterna disputa entre una tradición platónica-plotiniana, encarnada en Agustín de Hipona; y otra tradición de carácter aristotélica-averroísta, representada por Tomás de Aquino. Dos escuelas o tradiciones opuestas en lucha encarnizada, en oscuras disputas sobre metafísica y teología. Sin embargo, Juan Duns Escoto realiza una síntesis de estas dos escuelas en un sistema original y coherente, aunque equivocado, pues se sustenta en una entidad indemostrable, Dios. 


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