sábado, 12 de junio de 2021

Keynes y la economía mixta

 En el campo de la economía política la figura de John Maynard Keynes es controvertida y de vital importancia, no dejando a ningún intelectual en la materia indiferente. Para algunos Keynes fue todo visionario y revolucionario que permitió el intervencionismo económico sin llegar al delirio socialista, como apuntan autores tan dispares como Galbraith, Stiglitz o Hinkelammert; mientras que para otros, los llamados liberales, Keynes no fue más que el gestor de una perversión económica que destruye los pilares de la prosperidad económica y social, el libre mercado y la no intervención del Estado. 

Sin embargo, independientemente de la escuela económica con la que uno se identifica, la vida y la obra de Keynes supone un antes y un después en la historia del pensamiento económico, algo que solo puede encontrarse algo parecido en la obra de Adam Smith, y con muchas reservas, en la de Karl Marx. Es así que a Keynes se le suele atribuir la creación de una nueva concepción de la economía, el llamado intervencionismo parcial o capitalismo mixto. Sin embargo, y a pesar de lo que afirman sus acólitos, la filosofía económica de Keynes no es tan novedosa como aparenta, pues esta encuentra sus raíces en grandes fuentes; por un lado la tradición liberal de su querido Imperio Británico, y de la tradición económica y filosófica de la Escuela Alemana. 


Raíces del pensamiento keynesianos 

Siguiendo las tesis del economista liberal Carlos Braun, la historia del pensamiento económico puede resumirse en la dinámica entre el Mercado y el Estado, siendo el intervencionismo de este último sobre el primero la verdadera constante histórica universal. Es así que la intervención del Estado en la economía es algo característico de las sociedades humanas desde la Antigüedad, algo que queda reflejado en que todo Estado se sustenta en lo impuestos y los aranceles. Es así que economistas considerados como liberales como Smith o Mill reflexionar largamente sobre la posibilidad de intervenir en la economía por parte del Estado. 

Es así que el pensamiento de Keynes rescata la trayectoria de varias reflexiones realizas por parte de algunos economistas liberales o clásicos, como es el caso de Smith. Para este último, el Estado debe de garantizar las infraestructuras e instituciones políticas y económicas básicos para el correcto funcionamiento del libre mercado, pero sin imponer aranceles al comercio internacional durante tiempos de paz. En el caso de Mill, seguido por el positivismo Auguste Comte, este aboga por un Estado reduciendo, el cual debe de proporcionar una educación laica, científica e igualitaria a las clases más desfavorecidas. De hecho, Mill reflexiona sobre la posibilidad de un socialismo dentro de una estructura de mercado, en el cual los trabajadores serían propietarios de los medios de producción formado cooperativas que comerciarían dentro de una estructura de mercado. 

Saliendo de los dominios británicos, pero sin salir de la esfera anglosajona, podemos encontrar tenues fuentes del pensamiento keynesiano en algunas políticas económicas desarrolladas en Estados Unidos, como puede ser la construcción de un Banco Central por parte del federalismo de J. Adams, A. Halmilton o J. Madison, o las políticas sociales y anti-trust desarrolladas por el presidente Theodor Roosevelt. El keynesianismo es heredero de toda una tradición económica y social de la cultura anglosajona que encuentra sus raíces desde el propio Smith. Por otro lado, Keynes es seguidor del liberalismo político propio de la tradición anglosajona, pues, lejos de tener simpatías por el socialismo, Keynes defiende la libertad individual como un principio moral superior, algo que es, según su postura, compatible con una economía intervencionista. El otro gran referente de Keynes es la tradición alemana, sobre toda la Escuela Historicista Alemana de Economía, con autores de la talla de Friedrich List o Max Weber entre otros. 

La figura de List es curiosa, pues desarrolla una teoría económica que se centra en el análisis cultural y nacional. Este autor afirma que el liberalismo económico es propio de naciones industriales y bien asentados como Gran Bretaña, pero ineficaz en los países emergentes como eran el Imperio Alemán o los Estados Unidos durante el S.XIX. Es por esto que List aboga por que determinados países, en función de sus condiciones históricos, debe de promulgar políticas intervencionistas y proteccionistas para asegurar su mercado interno y sus estructuras económicas para poder competir con el mercado internacional. Esto fue defendido parcialmente por Keynes, el cual propuso políticos económicas intervencionistas y parcialmente proteccionistas después de la Gran Guerra (1914-1918), las cuales fueron aplicadas por el gobierno de Franklin D. Roosevelt en su famoso New Deal para lidiar con la Gran Depresión (1929-1939). Los economistas alemanes orientados hacia el historicismo no marxista, criticaban el liberalismo y el laissez faire, defendiendo políticas intervencionistas, reformas sociales y un papel activo del Estado en la economía y la sociedad, pero rechazando el socialismo marxista. 

Por otro lado, dentro de la esfera alemana, el pensamiento keynesiano encuentra varias influencias dentro de la socialdemocracia alemana, la cual, de la mano de varios intelectuales y políticos como Otto Bauer o Eduard Bernstein entre otros. Los intelectuales socialdemócratas defienden la planificación y la centralización económica de algunos sectores claves de la Industria y la Producción Energética, algo con lo que Keynes simpatizaba en algunos puntos.  Es así que la obra de Keynes sintetiza la tradición liberal anglosajona con el intervencionismo económico alemán, formulando un corpus teórico que establece los de una economía mixta dentro de los dinámicos del Mercado. Es así que la misión del keynesianismo es que el Estado proporcione aquello que el libre mercado no puede. 

Escuelas similares al keynesianismo 

A pesar de la repercusión que tuvo las tesis keynesianas, estas no fueron un milagro teórico exclusivo de Keynes, sino que fueron desarrollados por otras escuelas económicas, las cuales fueron eclipsadas por al Teoría General del economista inglés. Es así que economistas y políticas desarrollaron algunos de las más famosas tesis y políticas económicas planteadas por Keynes, siendo en algunos casos, muchos más estructurados y realistas que los del propio Keynes. 

Uno de los casos más famosos es la economista inglesa Joan Robinson, la cual trabajó conjuntamente con el propio Keynes, desarrollando algunas de las concepciones económicas y políticas propias del keynesianismo. Robinson defiende que las dinámicas del libre mercado provocan la creación de oligopolios que concentran el poder económico de varios sectores importantes para el desarrollo de un país. Cuando estos oligopolios se resienten por los desequilibrios del mercado, hacen que peligre estos sectores, y por tanto, peligran los empleos de que sustentan, y destruyendo todo es sector productivo y profundizando aún más en la crisis económica. Es así que Robinson aboga por seguir políticas de empleo, intervenir en el mercado y regular la formación de estos oligopolios, algo  fundamental en la filosofía económica de Keynes. De hecho la propia Robinson se identificaba como una keynesiana de izquierdas, teniendo un ojo puesto en la obra de Keynes, y otro en las tesis de Marx, siendo por tanto próxima a las opiniones socialdemócratas de la época. 

Siguiendo la tenue estela marxista de Robinson, encontramos que algunas economistas marxistas desarrollaron tesis económicas y políticas muy similares a las de Keynes de forma paralela. Este es el caso del economista polaco Michael Kalecki, el cual, siguiendo la obra histórica de Galbraith, llegó a conclusiones parecidas a los de Keynes tras analizar los políticas necesarias para generar empleo en las economías socialistas o mixtas. Kalecki desarrolla todo un análisis econométrica de los sistemas capitalistas mixto, en los cuales el Estado juega un papel activo dentro de una economía de Mercado. Por tanto, Kalecki formula toda una teoría económica intervencionista para los sistemas capitalistas que llega, paralelamente a la obra del propio Keynes. 

No obstante, el caso más llamativo es el de la escuela económica de Estocolmo, la cual llegó a conclusiones muy parecidas a las de Keynes, siendo más completas y estructuradas que las de este último, la cual, a diferencia de la obra de Kalecki, tuvieron una repercusión material muy importante, pues dicha escuela económica asentó las bases del Estado de Bienestar de los países nórdicos. Profundizando en dicha escuela, la obra del economista sueco Gunnar Myrdal, el cual, si hubiera sido británico y hubiera tenido la suerte profesional que tuvo Keynes, ahora estaría hablándose de economía myrdaliana y no keynesiana. Myrdal se enmarca en lo que suele llamarse como economía institucionalista la cual defiende que para poder general riqueza, las instituciones políticas y sociales deben jugar un papel activo en el Mercado. Según este autor sueco, el Estado debe de desarrollar políticas sociales que apoyen las clases más desfavorecidas con planes educativos, sanitarios y de empleabilidad para que puedan acceder al Mercado Laboral.

El Estado myrdaliano es un benefactor de determinados recursos para las clases más desfavorecidas, protegiéndolas de los desajustes del libre mercado, algo que aceptaría economistas tan dispares como Keynes, y muy parcialmente, Schumpeter. Sin embargo, el propio Myrdal, siguiendo la obra de su maestro Wicksell, entiende que las tesis keynesianas tienen un alcance limitado, ya que están enfocados para los procesos deflacionarios, pero que al utilizar de forma indiscriminada, provocan fenómenos de inflación y estancamiento económico. Es por esto que Myrdal defiende que el equilibrio presupuestario y el garantizar el libre mercado hasta cierto punto, son pilares esenciales, para desarrollar una buena política económica. 

Por último, uno de los casos que merece la pena destacar es el propuesto por Galbraith en su libro Historia de la Economía, en cual afirma que uno de los primeros que se adelantó a aplicar políticas económicas similares a las propuestas por el propio Keynes fue Adolf Hitler. Con la conquista del poder por parte de los nazi durante los últimos coletazos de vida de la República de Weimar, Hitler dio luz verde a una serie de reformas económicas para palear los estragos de la tremenda deflación que sufrió Alemania en al década de los 30. Para ello, Hitler puso al frente del Ministerio de Economía al financiero Hjalmar Schacht, el cual, para hacer frente a la deflación alemana, puso en juego una serie de políticas económicas expansivas, como la inversión en grandes obras públicas para generar empleo, reducir los intereses crediticios para poner más dinero en circulación, negociar la cesión de firmas y patentes industriales con enormes conglomerados industriales, en especial el sector militar; a la vez, redujo el déficit presupuestario del Estado con una serie de privatizaciones masivas para poder tener fondos para incrementar el presupuesto del Estado para respaldad todas estas políticas. Es así que Schacht desarrolló toda una intervención masiva del Estado en la economía, pero sin abolir la propiedad privada y nacionalizar la industria en su totalidad, algo que aproxima la política económica nazi anterior a la Segunda Guerra Mundial se acerca más al keynesianismo del gobierno de Roosevelt que al socialismo soviético. 

La filosofía keynesiana

Antes de exponer las bases de la teoría economía de Keynes, debe de examinarse las bases filosóficas, tanto teóricas como prácticas de la misma para entender mejor su naturaleza y limitaciones. En el campo de la filosofía más teórica, Keynes mantiene posiciones cercanas a las del empirismo británico, en especial Locke, Hume y Mill. Esto se debe a que el propio Keynes aboga por el conocimiento empírico y racional, siempre teniendo en cuenta la experiencia real y humana. Sin embargo, Keynes criticaba la inducción y la inferencia estadística como forma objetiva de conocimiento. Para Keynes las teorías económicas deben basarse en la intuición probabilística y no en la inducción estadística, debido a que esta no puede justificarse a sí misma. 

Keynes plantea concepciones, influenciado por Locke (parecidas a las de Weber), que afirman que siempre existe un aparato conceptual previo a toda experiencia sensible e inferencia inductiva. Según Keynes, tal y como expone en su Tratado sobre la probabilidad, todas las teorías económicas son aceptadas en función de los grados de probabilidad y de la acumulación de datos significativos captados por la intuición y la econometría. Para Keynes la epistemología económica se basa en el hecho de que todas nuestras tesis económicas se basan en intuiciones lógicas sustentados por un aparato conceptual que precede a estas intuiciones, las cuales siempre deben de tener sustento probabilístico en los datos empíricos. 

Pasando a las concepciones éticas de Keynes, estas se basan principalmente en la obra del filósofo G. Moore. Para este autor, la ética se basa en intuiciones acerca de lo bueno y lo malo, siendo que el valor precede a las acciones buenas y malas. Es así que lo bueno es aquello que entendemos como bueno de forma intuitiva, como puede ser lo estético o los placeres moderados. Es así que Moore recomiendo seguir aquellos preceptos morales que sean útiles, aunque no necesariamente verdadero, algo similar al pragmatismo de William James. 

En esto último Keynes no está de acuerdo con su maestro Moore, ya que para el primero la búsqueda de conocimiento es esencialmente buena por si misma, además de deseable a largo plazo. Esto se debe a que Keynes era un ateo militante y aborrecía la moral cristiana y victoriana del Imperio Británico de su juventud. Según Keynes, al principio moral por excelencia es el de añadir más bondad al universo como sea posible, siempre escogiendo el método más seguro y razonable. 

En el campo de la filosofía política, Keynes desarrolla sus concepciones éticas y morales con las tesis políticas de Edmund Burke y Stuart Mill. Keynes aboga por la constitución de un gobierno tecnocrático que cuenta con una base democrática, pero que no sea tomado por la demagogia y la oclocracia. Dicho gobierno debe de intervenir en los aspectos accesorios de la propiedad privada para poder preservar el núcleo central de esta. El objetivo fundamental de la filosofía políticas de Keynes es la de preservar el sistema capitalista y la cultura occidental por medio de la intervención del Estado en la economía, realizando políticas de redistribución económica a los sectores en los cuales haya demanda agregada, pero sin llegar a las reformas defendidas por los laboristas y socialistas ingleses. Keynes no era más que un típico liberal inglés que llegó a la conclusión de que el Estado debe de resolver los problemas que el Mercado no puede. 

Monetarismo keynesiano 

Keynes se aparta de la concepción monetaria cuantitativa de la escuela clásica, pues defiende que las políticas monetarias son instrumentos secundarios a la hora de regular las fluctuaciones económicas del mercado. No obstante, a pesar de que Keynes se aleja de esta clase de políticas para centrarse en las fiscales, propone una serie de tesis bastante interesantes en cuanto a la estructura monetaria internacional y las políticas de carácter bancario. Keynes rechaza el patrón oro y el veto a las políticas inflacionistas. Esto se debe a que hay ciertos desajustes entre algo que no se corresponde con la rigidez del cambio oro. Es así que Keynes aboga por el abandono de este y su sustitución por métodos de cambio flexibles entre divisas, teniendo como referencias el dólar (el bloque americano) y la libra esterlina (el bloque europeo). Además, Keynes reflexiona sobre las políticas inflacionista, como la inyección de dinero en el sistema bancario para bajar los tipos de interés, con lo cual se promueve la inversión privada y pública, además del consumo, algo que repercute positivamente en el empleo. 

Con  esto último Keynes afirma que la inflación y el empleo están relacionados, pues niveles moderados de inflación estimulan el consumo, algo que genera  empleo directo, además de empleos indirectos de sectores afines, algo que dinamiza el sector económico nacional e internacional. El endeudamiento público y la inflación moderada son los pilares de los políticos económicas keynesianas, algo que es claramente criticado por los economistas monetarios como Friedman, o por liberales como Hayek o Mises, debido a que el keynesianismo produce a la larga estanflación, estancamiento económico junto con desempleo e inflación. 

Teoría General y Política Fiscal  

En el campo de la política fiscal, el pilar fundamental de la Teoría general de Keynes, se centra específicamente en la reactivación económica del empleo y el consumo en las procesos deflacionarios por medio de la intervención del Estado, mediante determinados mecanismo políticas como la subida de impuestos a las clases pudientes, medidas proteccionistas como la subida de aranceles, o la construcción de obras públicas en sectores estratégicos  como las infraestructuras. Esta concepción de la política fiscal esta determinada por las experiencias que tuvo Keynes con las eventos ocurridos en Estados Unidas durante la Gran Depresión y el New Deal de F. Roosevelt. Para Keynes, en contra de las opiniones de Schumpeter o Hayek, en las procesos deflacionistas destruyen el empleo y el consumo, la base de la economía, según Keynes, y que el Estado debe de realizar medidas a corto plazo  para estimular la economía y revertir la deflación, ya que, como decía el propio Keynes "a largo plazo todas estaremos muertos". 

La Teoría General de Keynes surge como forma de reactivar el consumo y el empleo ente los procesos contractivos o deflacionarios. Según Keynes, la deflación económica es causante de la destrucción del tejido industrial, socavando el consumo , el motor de la economía keyneriana. Esta sigue el siguiendo proceso. Al producirse una bajando en los precios considerable, los inversores y capitalista empieza a tener menos beneficios, siendo empujados a ahorra. Al ahorrar de forma desproporcionando, las empresas empiezan a prescindir de muchos de sus empleados, haciendo que estos pierdan sus ingresos, no pudiendo consumir, ya que ahorran lo poco que tienen para subsistir. 

Al detenerse el consumo, la oferta aumenta y los precios caen aún más lo que hace que a las empresas no le sea rentable invertir mi producir, llegando a cerrar, algo que genera aún más paro y reduce aún más el consumo, algo que retroalimenta positivamente el proceso de deflación. Influenciado por Malthus, Keynes afirma que en estos casos de deflación la ley de Say no puede asegurar el equilibrio entre oferta y demanda en relación al empleo, sino que sucumbe aún más a la contracción económica de la recesión económica. Para Keynes el desequilibrio contractivo del empleo supone una situación peligrosa para las democracias liberales, pues da oxígeno a los movimientos totalitarios, fascismo y comunismo, para implementar medidas económicas que socaven el orden liberal-democrático. Toda la obra intelectual de Keynes orbita alrededor del objetivo de preservar la democracia y el capitalismo mediante la intervención estatal, en aquellos campos en los que el mercado no puede garantizar el empleo y el consumo. Para logar esto último, Keynes propone una serie de políticas económicas expansivas auspiciadas por el Estado. 

La primera de ellas es la estimulación crediticia por parte del Estado para bajar los tipos de interés y hacer más atractivo los créditos y préstamos, con el objetivo de para el ahorro y estimular el consumo. Por otra parte Keynes propuso una serie de obras públicas en sectores estratégicos para generar empleos y estimular el consumo, lo cual revitalizaría, en teoría, la economía. 

A esto se sigue la subida de impuestos a las clases más pudientes, las cuales no sufren tanto como las clases bajas. Esto permitiría recaudar capital al Estado sin perjudicar la propiedad privada, pudiendo utilizar esta recaudación extra para financiar las obras públicas y varios servicios sociales como hospitales o escuelas públicas.  

Por último, Keynes resucita algunas medidas proteccionistas para garantizar la seguridad y rentabilidad de los sectores estratégicos nacionales contra la competencia exterior, como la subida moderada de algunos aranceles. 

Para mantener todo lo anterior, Keynes defiende abiertamente el endeudamiento del Estado para financiar todas estas políticas económicas. Es necesario por tanto que se establezcan organizaciones y mecanismos de cooperación internacional para el manejo de la deuda externa de los países, el intercambio flexible de divisas y la construcción de bloques económicos cooperativos como la Unión Europea o el Fondo Monetario Internacional. Por todo esto es por lo que se dice que Keynes rompió con los fundamentos y límites de la económica liberal clásica, ya que para este, el pilar de la economía no es el ahorro, sino el consumo, el garantizar el empleo para que haya consumo y movimiento económico, ya que los peligros de la deflación a corto plazo, el fascismo y el comunismo, superaban en su época de forma considerablemente aún a la difusa estanflación que echaría por tierra la ortodoxia keynesiana durante los setenta. 

De forma muy esquemática y general estos son los pilares fundamentales del keynesianismo, escuela económica que, a pesar de su actual descrédito, ha dejado una enorme huella en el pensamiento económico pasado y presenta. 

Crítica al keynesianismo  

A pesar de la enorme influencia que ha ejercido la obra de Keynes en economistas tan dispersos como Friedman, Stiglitz o Galbraith entre otros, esta no ha estado exenta de multitud de críticas, tanto de carácter teórico como empírico. Por una parte la teoría de Keynes presenta serias limitaciones en cuanto a su generalidad y replicabilidad , lo cual se debe al cometido práctico de las tesis de Keynes. Este desarrolló su obra con el objetivo de solucionar la deflación que sufrían las economías occidentales. Siguiendo las opiniones de Myrdal, el keynesianismo fue un producto muy concreto del contexto histórico de los años 30, algo que limita el potencial explicativo de este, ya que el keynesianismo, de acuerdo con la escuela sueca, es una teoría incompleta, pues solo explica y manipula los procesos de deflación, pero no los de inflación. 

Esta deficiencia epistemológica tuvo sus manifestaciones empíricas durante los años setenta, en los cuales, tras varios años de políticas keynesianas, los países occidentales experimentaron el fenómeno de estanflación, es decir, la combinación de paro, inflación y estancamiento económico. Esto se debe, siguiendo a Friedman, que se supero la "tasa natural de paro", lo cual hace que, a pesar de aumentar la inflación, el paro sigue aumentando, algo que destruye el sector financiero y el ahorro, debido al endeudamiento y la volatilidad de los precios. 

El keynesianismo se ha visto como una teoría incompleta y obsoleta, la cual no puede hacer frente a los fenómenos económicos tan importantes como la inflación o la desaceleración económica, algo que ha sido el punto de partida de las actuales escuelas neoliberales, las cuales no han tenido mucho éxito a la hora de enmendar los errores de Keynes y su escuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La escula Austria de economía y la pseudociencia de la praxología

 Una de las escuelas de pensamiento económica que se se ha puesto de moda entre muchos políticos, ideólogos y demás difamadores es la escuel...