Dentro de la extensa y obtusa filosofía hegeliana, su concepción de la historia resulta ser muy novedosa y atractiva para muchos, como Marx, Engels o Adorno, ya que establece que la historia no es una sucesión lineal de acontecimientos, sino el despliegue dialéctico del Espíritu, es decir, de la razón como objeto de sí misma, siempre en la manifestación del pueblo, es decir, la cultura de un conjunto de individuos, teniendo como fin la constitución del Estado para ser conscientes de sí mismo. El Estado es el pueblo como objeto de sí mismo. Para comprender la naturaleza de la historia universal, debe de comprenderse el concepto de Espíritu y el panlogismo hegeliano. Según Hegel y sus discípulos más conservadores, el Espíritu es la realidad absoluta, infinita e inmanente a todo lo que existe, pues todo lo concreto es producto de este Espíritu y por tanto están sumergidos en él.
Este Espíritu (reminiscencia del Dios de Spinoza) es la razón, el logos como sujeto que tiene de objeto a sí mismo. De aquí se concluye la famosa tesis hegeliana: “todo lo racional es real y todo lo real es racional”. Es así que la Razón es la sustancia absoluta de todo lo que es y existe, siendo el fin último y supremo es la autoconciencia de la propia conciencia la unión de sujeto y el objeto en el Espíritu, la razón y la sustancia absoluta que es consciente de sí. No obstante, este Espíritu no es estático no inmediato, sino que se despliega de lo absoluto inmediato a la negación de sí mismo, en lo concreto y mediato, para volverse a sí mismo. A esto Hegel llama dialéctica.
La Dialéctica es un método de análisis conceptual que surge
en la Antigua Grecia como forma de argumentación, encarnada en la dialéctica
socrática. No obstante, Hegel adopta la dialéctica del filósofo alemán Fichte,
el cual es el puente de unión entre la filosofía kantiana con la hegeliana.
Este método de análisis de la realidad consta de tres estados, a saber, la
tesis (idea primera), la antítesis (la negación de la tesis) y la síntesis
(negación de la negación), es decir, la superación de las contradicciones, la
integración de la tesis y la antítesis en una realidad única y superior.
Es este desarrollo dialéctico la estructura racional de toda
realidad, siendo cada ciencia manifestación de esta estructura racional. Es así
que la historia universal es el desarrollo dialéctico de un pueblo, como
conjunto de individuos cohesionados en uno por su cultura, religión y
filosofía. Por tanto, la historia universal tiene por sujeto y por objeto al
Espíritu manifestado en la noción de pueblo, siendo su fin último la
autoconciencia como pueblo, formar un Estado racional que garantice el derecho
y la libertad, encarnado en la civilización, en el Estado absoluto que Hegel,
como buen alemán, identificará con el constitucionalismo prusiano.
Hegel determina que existe una serie de categorías
concernientes a la historia universal, siendo esta el proceso dialéctico por el
que se manifiesta la Providencia o Logos del Espíritu de forma concreta, con
individuo viviente, universal y subjetivo, ya que la historia universal
pertenece a las ciencias del espíritu.
La primera categoría de Hegel es la variabilidad. Las
relaciones históricas no son estáticas ni homogéneas, sino presentan toda una
variabilidad multiforme, donde los pueblos, estados e imperios se suceden en el
gran teatro del devenir histórico. La segunda categoría es el rejuvenecimiento.
Los vaivenes de la historia no son fortuitos, sino que se desarrollan como un ave
fénix, donde todo pueblo, estado o imperio perece, es sustituido por otro
superior, más refinado, como puede ser el ocaso de Grecia, que es superado por
el triunfo de Roma. La tercera categoría es inferida por la segunda, ya que de
este rejuvenecimiento se deduce que hay un fin o razón subyacente. Las fuerzas
de la historia (es decir, el progreso) conducen a la humanidad a la culminación
de sí misma, a un fin último y supremo, el cual llega con la Revolución
Francesa, que es la antesala a la futura Revolución Alemana y su posterior
Unificación, la cual será esperada con ilusión por muchos, como Heinrich Heine
y reinterpretada por otros como que Hegel espera que la culminación de la
humanidad se de en el Imperio Alemán o Segundo Reich Alemán.
Sin embargo, debe de criticarse la doctrina de Hegel por su
carácter excesivamente teleológico y futurólogo, ya que determina que el fin de
la historia es Alemania y su propia filosofía, cosa que no puede aceptarse, ya
que después de Hegel la experiencia ha habido muchos más sistemas filosóficos
como la fenomenología de Husserl y otros acontecimientos históricos como la
Revolución Rusa o las Guerras Mundiales. Es así que, de la propia concepción
dialéctica de la historia, puede formularse infinitas combinaciones de eventos
futuros que solo la experiencia del transcurrir del tiempo nos confirmará.
Incluso puede darse retrocesos dialécticos en el devenir histórico, como puede
ser la Alta edad media respecto al Imperio Romano.
El concepto de la historia universal es el Espíritu como
individuo universal, pero determinado, es decir, el concepto de pueblo en
general, el cual tiene por fin último la conciencia de sí mismo, es decir, la
formación de un Estado propio con su legislación, arte, ciencia, religión y
filosofía propios para sostenerse así mismos. Todo pueblo, por el hecho de ser
pueblo, tiene a constituirse como un Estado-Nación. Los individuos no serían
más que meros instrumentos dirigidos por las fuerzas históricas con el único
propósito de llegar a dicho fin.
El Espíritu, a groso modo, es la sustancia universal de la
historia, basada en la libertad; siendo la materia la negación de este, es
decir, la privación de libertad. La sustancia del Espíritu es la libertad, por
tato, la historia universal es el desarrollo dialéctico de la autoconciencia de
la propia libertad de un pueblo, quedando la historia esbozada en los
siguientes puntos:
La civilización, como manifestación histórica del Espíritu,
tiene su cuna en Asia, en concreto en la formación de China como un Estado
centralizado y organizado, donde la libertad se manifiesta de forma primitiva
en la libertad de uno solo, el Emperador, el cual se eleva sobre la inmediatez
y esclavitud a la materia de sus súbitos, dándole su condición divina su
legítima libertad despótica. Este primer estadio de la libertad se irradia
hacia la India, donde se manifiesta en la aristocracia brahmánica, donde la
libertad solo reside en los sacerdotes y guerreros, aquellos que están más
próximos a la suprema divinidad del Brahmán. A su vez, la libertad pasa a
Persia, donde se manifiesta en el Rey, adscrito de los dioses y guardián del
fuego de Aura Mazda. Por último, y con la meta puesta en Grecia, la libertad
pasa a Israel, donde Yahvé es el supremo soberano del pueblo, representado en
la figura del Rey y en la del Sumo Sacerdote. No obstante, este desarrollo
histórico contiene una serie de regiones intermedias o de transición geográfica,
como son Mesopotamia o Egipto. Sin embargo, este esquema racional del
desarrollo histórico no se corresponde con los indicios de las modernas
historiografía y arqueología.
Este proceso dialéctico desemboca en la Grecia Clásica, con
Atenas a la cabeza. Para Hegel, los griegos y después los romanos conocen la
libertad real, pero no desplegada de la esclavitud, sino desde la misma
libertad por ser ciudadano de la poli, aunque solo algunos hombres son
ciudadanos, y por tanto, la libertad es solo para algunos.
Con el cristianismo como máxima religión, la libertad se
derrama en todo el género humano y en los miembros del género humano y en los
miembros del pueblo, debido a su concepción teológica, donde Dios Padre, como
espíritu indeterminado, se manifiesta de forma determinada en Dios Hijo, como
negación del Espíritu indeterminado. No obstante, Padre e Hijo se reencuentran
en Dios como Espíritu Santo, es decir, el Padre se convierte en el Hijo y el
Hijo se convierte en el Padre por medio del Espíritu Santo, siendo esto lo que
Hegel llama autoconciencia.
Con el enfrentamiento entre el cristianismo y el Imperio
Romano surge la Iglesia, la cual es la superación de ambos elementos
contradictorios, siendo el Estado-Iglesia inseparables, portando las “dos
espadas” del poder, la espiritual (el papado) como la terrenal (la monarquía)
siendo la última representada en su máxima en el Sacro Imperio Romano
Germánico.
No obstante, esta monarquía bicéfala presenta múltiples
contradicciones, llegando a separarse la Iglesia del Papado, y posteriormente
la Iglesia del Estado, siendo el primer estado auspiciador de la religión (la
Reforma), y luego creador de religión (la Revolución Francesa), y por último
Religión de sí mismo (Germania).
E así que la historia culmina en occidente, siendo el
Estado-Nación germánico el fin de la historia y la cumbre de la civilización,
siendo exportada por Inglaterra a Estados Unidos, tierra aun por conquistar,
formando el Estado-Nación de los Estados, exportando sus bases y culturas a
todo el Mundo, en especial a China (expansión del capitalismo chino),
completando lo que algunos llaman ciclo histórico.
Nótese que lo último es totalmente ajeno a la filosofía
original de Hegel, pero que extrapola sus esquemas a la historia actual, pero
con enormes fallos, como la omisión de España y Portugal, o la exclusión del
imperio ruso, aunque pueden adaptarse estos elementos al esquema original (como
hacen muchos neohegelianos actualmente), pero no muy satisfactoriamente, debido
a la rigidez del modelo “Este-Oeste”.
En la historia universal el tema es la idea, tal y como se
exterioriza en el elemento de la voluntad y de la libertad es la base abstracta
de la libertad, pero el producto es la existencia moral entera de un pueblo.
Los procesos históricos de un pueblo o un Estado se dividen
en su nacimiento, un momento de conservación, la cultura de dicho pueblo o
Estado es el medio por el cual se conserva a sí mismo, seguido por una fase de
decadencia, donde el pueblo o Estado degenerado, pues ya ha cumplido su fin
histórico y otro pueblo o Estado se apoderará de su soberanía y acabará por ser
asimilado (Roma con Cartago). Estos procesos históricos vienen determinados por
una serie de individuos históricas, los cuales son aquellos que son conscientes
del fin último de su pueblo o Estado y tiene con fin y cometido propio el
alcanzar dicho fin, como Julio Cesar, Napoleón o Theodor Herzl.
El material de la realización
El Estado es la realización material del fin último de la historia
universal, la unidad de la voluntad subjetiva y de lo universal en el orbe
moral, la realización de la libertad humana sabiendo y queriendo lo universal.
El Estado es el centro de las actividades humanas, donde la libertad se hace
objeto y se realiza positivamente. El Estado, el Derecho y la Moral son la
única realidad positiva, pues solo en el Estado el hombre existe de forma
racional. La educación que solo se da en el Estado, hace que el individuo sea
objetivo y no subjetivo, pues todo aquello que hace que el hombre sea en su
esencia espíritu, es debido al Estado.
Es así que para Hegel el Estado es la fuente de moralidad,
pues es la unión de la voluntad universal y esencial con lo subjetivo. En el
Estado, el hombre puede ser libre con responsabilidad (Democracia Liberal) y
participar con libertad en su cultura, su ciencia, su religión y filosofía. El
fin del Estado hegeliano es que lo esencial, lo válido y racional viva en las
acciones humanas, a fin de cuentas, educar al hombre para que sea hombre por sí
mismo, reminiscencia a la moral y al derecho kantiano.
Siguiendo la argumentación de Hegel, podría decirse que los
ciudadanos son el medio del Estado, siendo este el fin último de cada uno de
ellos. Pero esto es erróneo, pues el Estado no es una abstracción, un noúmeno
kantiano al que aspira todo ser humano, resultante de la negación abstracta de
la voluntad individual del ciudadano, sino que este último, como elemento, se
funde con los demás ciudadanos en el Estado como todo orgánico, pues en este no
existen medios y fin, sino que cada uno de los ciudadanos es el propio Estado,
siendo su esencia la vida moral.
Solo en el Estado puede hablarse de arte y religión, es
decir, en la historia universal solo tiene cabida aquellos pueblos que sean
constituido racionalmente, es decir, aquellos pueblos que han formado un
Estado. “El Estado es el individuo espiritual, al pueblo en sí articulado, el
pueblo como todo orgánico” G.W.F. Hegel, 1831. La cultura es la forma por la
cual el pueblo constituye su Estado, es la forma del espíritu del pueblo. Es
así que el Estado es el espíritu del pueblo, el objeto inmediato de la historia
universal, siendo su desarrollo una dialéctica de Estados.
El Estado de Derecho
Hegel critica la teoría del Estado de Rousseau y su estado de
naturaleza o de inocencia, donde el hombre es totalmente libre, asociándose en
el Estado limitando su propia libertad. Hegel, en sintonía con Hobbes y
Spinoza, declara que el estado de naturaleza es causante de libertad, donde los
hombres se guían por las pasiones y sensaciones inmediatas. Solo en el Estado
el hombre es libre. Es así que este estado primigenio no es objeto de la
historia. Las profecías mosaicas no tienen valor histórico con el momento en el
que se realizan como Estado, la teocracia de Israel cuando adquieren valor
histórico.
Es el estado natural el estado de la injusticia, las pasiones
y de lo inhumano, siendo limitaciones por la Sociedad y el Estado, liberándonos
de la naturaleza inmediata. Esta limitación desaparece cuando entre en nuestros
actos entra en escena la conciencia y la razón, guiando nuestros actos en
libertad, razón y conciencia produce el Estado por medio de la cultura del
pueblo.
El Estado patriarcal es un estado de tránsito entre la
familia y el Estado, siendo aquel donde se vincula el elemento moral y el
afectivo con la justicia, donde la relación de amor entre familiares se
convierte en servicio (tribu). El Estado debe cuidar la familia pues gracias a
ella los individuos del Estado tienen moral. El Estado patriarcal conlleva a la
teocracia, pues el patriarca de una tribu es también su sacerdote.
En el pleno Estado (sea más o menos primitivo), dos
individuos obedecen las leyes porque saben y son conscientes de que en ellas
reside su libertad. Al saber esto, los individuos son independientes entre si
dentro del Estado, pues las leyes aceptadas conscientemente los hace libres. Es
así que el estado de derechos es el Estado de la Ley (Racional,
Constitucionalismo Democrático).
El Estado y la religión
Siendo el Estado Racional el fin del pueblo en general, los
pueblos materiales que examinamos en el devenir histórico se distinguen entre
ellos por las potencialidades particulares de su espíritu, es decir, su
cultura: religión, derecho, constitución, filosofía, ciencias, aspectos
económicos y militares…
Son estas potencialidades las que aprovecha cada pueblo para
construirse a sí mismo. Las diferencias esferas que constituyen la cultura de
un pueblo están relacionadas entre sí, siendo compatibles unas con otras (el
protestantismo y las constituciones europeas), pero otras son totalmente
incompatibles (la religión mahometana y el capitalismo europeo).
Es así que el espíritu del pueblo se realiza así mismo en
estas esferas y en las relaciones de estas entre sí. La religión es el interés
y necesidad universal del pueblo, la conciencia espiritual del pueblo es tomar
por objeto el absoluto, mientras que la filosofía es la superación de la
religión, pues el sujeto que tiene por objeto al espíritu absoluto toma consciencia
de que él mismo es el espíritu absoluto toma conciencia de sí mismo. A esto lo
llama saber absoluto o filosofía, y la historia universal es el proceso por el
cual el pueblo llega a este saber absoluto. La religión, la representación de
Dios, es el límite universal del saber de un pueblo, siendo la religión el
concepto que tiene el pueblo de sí mismo en relación con el Absoluto.
Es así que un pueblo que tiene por Dios a la naturaleza no
puede ser libre, mientras que un pueblo que tiene por Dios a un espíritu libre
y superior a la naturaleza es cuando un pueblo es libre, pues la representación
que tiene un pueblo de Dios es la representación que tiene el pueblo de sí
mismo, algo que Feuerbach utilizará como base de su interpretación
antropológica y atea de la religión. Es así que el pueblo indio carece de
libertad, pues su religión se basa en la esclavitud y la sumisión a las fuerzas
cósmicas, cosa que es representación de la sociedad india, como las castas o el
inmovilismo de la vida que tiene este pueblo.
La religión es tomar a Dios como objeto separado, como Ser
absoluto en abstracto. La unidad de este ser universal con lo particular es la
idea de humanización, la humanidad. La religión tiene como objeto lo verdadero,
unión de lo objetivo y subjetivo. Para Hegel, es en el cristianismo donde se
encuentra la semilla del concepto de humanidad, pues en la figura de Cristo,
pues en él se unen la divinidad (universal) con lo particular (ser humano). Es
así que, según Hegel, en los Derechos Universales de los seres humanos reside
el influjo de los valores cristianos, siendo que, en el pueblo chino, indio o
los pueblos islámicos varios, no puede residir la libertad, pues carecen de la
concepción de Cristo, indispensable para tener un Estado-Racional, algo que Samuel
P. Huntington desarrollará en su teoría del choque de civilizaciones.
Las religiones judía y la mahometana, comparte con la
Ilustración, la religión de la razón, son religiones positivas y absolutas,
pero tienen al Ser absoluto separado del Mundo como Absoluto abstracto y vacío.
Por otra parte, el panteísmo ingenuo carece de objeto, pues el sujeto se
disuelve en el todo. A su vez, aquellas religiones que tienen a Dios en
relación con el Mundo, siendo la India, la religión griega y el cristianismo (y
el judaísmo hasta cierto punto) son las que tienen al Ser Absoluto como
participante y en relación con el Mundo, culminando en Cristo, la religión
revelada, la unión de lo universal con lo particular, como la Trinidad en el
cristianismo.
Respecto a otras esferas, el arte tiene el mismo contenido
que la religión, pero desde la intuición sensible, mientras que la ciencia
tiene el mismo objeto que la religión, pero desde el pensamiento (Kant). La
religión es lo universalmente verdadero en unión lo objetivo (ciencia) con lo
subjetivo (arte). Es el sustento de la existencia del pueblo. Con esto, Hegel
admite que el Estado determinado sale de la religión determinada, siendo el
Estado ateniense imposible de darse sin la religión griega, y el Estado romano
imposible sin la religión romana. Es así que un Estado católico tendría una
constitución diferente a la de un Estado protestante.
Dependiendo del concepto del espíritu que tenga la religión
de un pueblo, tendrá una constitución determinada, siendo que la religión mahometana,
debido al fanatismo de sus creyentes, hace que estos conquisten grandes
extensiones, pero que sean incapaces de formar un Estado estable y racional. A
su vez, según Hegel (y Weber), la religión cristina (y más el protestantismo),
por su concepción del Absoluto conectado al Mundo (Cristo), permite la creación
de un Estado (nación) racional y estable, creando tejidos económicos
centralizados (Francia) o más descentralizados (Suiza).
El arte también queda determinada por la religión del pueblo, siendo que
aquellas religión del pueblo, siendo que aquellas religiones donde se tenga a
Dios como Ser abstracto e informe, como la judía o la mahometana, no disponen
de un arte figurativo, pues la forma subjetiva de la intuición sensible no está
dentro de su concepto de Dios, el cual es la representación del pueblo, aunque
esta tesis solo puede aplicarse a las artes plásticas y a los círculos
religiosos más conservadores. Por otro lado, los griegos tenían al arte como
algo supremo, ya que su religión, su concepto de espíritu, residía en la
subjetividad natural, donde la forma humana imbuía a la divinidad. Por último,
el cristianismo tiene un arte particular, pues Dios está conectado al Mundo por
Cristo (Padre-Hijo), pero no a la manera de los griegos, pues el cristianismo
subordina el arte a la religión, siendo el arte no un fin, sino un medio para
la religión.
A su vez, la ciencia hegeliana, es la abstracción de
lo más profunda de Espíritu, es el modo supremo como llega un pueblo a la
conciencia de la verdad. Mientras que la industria nos da a conocer cómo
los hombres se conducen en su dependencia y relación con la naturaleza, siendo
la agricultura la necesaria dependencia a la naturaleza.
El derecho privado, por otro lado, es el derecho relativo a las necesidades
finitas de un ciudadano. Una plena libertad personal solo puede darse en un
Estado fundamentado en principios determinados, siendo la libertad y el derecho
privado compatible con los Derechos Humanos, pero no con la sharía islámica o
el karma hindú.
Las ciencias finitas, como la matemática, la historia
natural, la física, etc.; exigen de la cultura del pueblo una serie de
principios, siendo la libertad del Estado racional necesaria para se den estas
ciencias, siendo que la filosofía y las ciencias europeas triunfen en la
historia universal, mientras que la ciencia y la filosofía árabe desaparecieran
en el S. XIII.
La Constitución
Los términos anteriores son tratados por Hegel en abstracto,
siendo las determinaciones de estos lo que llamamos constitución. El ente
abstracto del Estado solo adquiere vida y realidad por medio de la
constitución, su determinación real. La primera distinción del Estado es la
relación entre gobernantes y gobernados, dividiéndose en Monarquía,
Aristocracia y Democracia. El problema radica en cuál es la mejor constitución,
aquella que asegura mejor el fin del Estado.
Hegel demuestra un verdadero realismo político al afirmar que
la constitución dependerá de la moral y cultura de un pueblo, pues siendo la
república el mejor modelo para la libertad en la teoría, su administración es
incompatible en muchos pueblo debido a su administración es incompatible en
muchos debido a su cultura, siendo la monarquía más útil entre los persas y las
españoles, y la aristocracia entre los indios.
La relación del Estado con otros Estados se basa en el
derecho del espíritu absoluta buscando los pueblos su propia independencia
frente a la independencia de los demás, como expone Gustavo Bueno en su ensayo
España frente a Europa.
El curso de la Historia
En la filosofía histórica de Hegel, el concepto de evolución
es muy interesante, pues es en este dónde basa toda su escatología espiritual
en referencia a la historia universal, pues es la evolución el mecanismo por el
cual el espíritu avanza en su desarrolla. Pero ¿cómo avanza el espíritu por
medio de la evolución? En contra de sí mismo, tanto en la campo espiritual.
Para que algo cambie, debe abolirse a sí mismo y luchar
contra su estado anterior (evolucionismo teleológica, no darwinismo),
superándose a sí mismo. En la naturaleza, el cambio es siempre el mismo, no va
más allá de la esencia de la propia especie. Pero es en el espíritu donde la
evolución tiene un sentido, un fin superior, destruyendo a los estados
anteriores, pues en las polis griegas no hay cabida para la monarquía de origen
persa, mientras que la polis griegas es inexistente en el Estado romano.
El espíritu, para realizarse a sí mismo, se enfrenta a sí
mismo, desplegándose y replegándose a sí mismo, siendo que pueblos y culturas
ostentosos acabe en la ruina, teniendo que empezar de nuevo a partir de esas
ruinas. El espíritu absoluto destruye las determinaciones de los pueblos como
entidades espirituales con el objetivo de superarse a sí mismo, llegar al saber
absoluto (autoconciencia).
En esta proceso, vemos varias fuentes:
-Fase 1: Patriarcal, Oriental (libertad de uno solo)
-Fase 2: Mundo Griego (libertad de algunos)
Mundo Romano
(libertad de algunos orientado a un fin universal)
-Fase 3: Mundo Germánico: Cristianismo, hombre libre por se
hombre.
En esta concepción de la historia y sus fases el a priori de
la historia universal, cosa a confirmar por la experiencia.
La conexión de la naturaleza con la historia
En una primera instancia, el hombre es un ser natural, determinado
a las leyes de esta y subordinado. Pero en el momento en que el hombre se
separa de esta naturaleza y tiende a mirar a lo universal, pasa a la esfera del
espíritu. No obstante, esta separación puede no darse a causa de que la
naturaleza sea demasiada poderosa como para que el hombre se emancipe de ella.
Hegel determina que las zonas de climas extremos (Laponia o el Sahara) los
pueblos que las habitan no entran en la historia universal pues no llegan a la
esfera del Espíritu, ya que la Naturaleza es tan extrema que hace a estos
pueblos esclavos de ella y no pudiendo ir más allá de las condiciones locales,
a saber, las condiciones materiales son tan duras que no permite a estos
pueblos formar un Estado, requisito fundamental para estar dentro de la Historia
Universal.
Así Hegel explica que los Estados más primitivos será los más
próximos a estas zonas, como la Rusia Siberiana, Mongolia o Nepal (en cuanto al
frío); o Mauritania, Honduras o Malasia (en cuanto al calor). Esto es cierto
hasta cierto punto, pues los avances técnico-científicos en agricultura,
industria o medicina han brindado la oportunidad de construir estados prósperos
como Finlandia o Singapur, donde las condiciones climáticas no las más
adecuadas, como podría ser el caso del moderno Estado de Israel.
En el pensamiento de Hegel respecto a la relación entre
naturaleza e historia, puede notarse ciertos tendencias malthusianas acerca de
la relación entre la tierra y la población, doctrina criticada por otros
pensadores como Karl Marx, pues no tiene en cuenta los avances tecnológicos que
posibilitan que una zona con un clima hostil y un suelo pobre para la
agricultura como es el desierto de Nevada albergue una portentosa ciudad-casino
como son las Vegas.
Según Hegel, existe una relación entre los pueblos y su
constitución política con la geografía en la que se desarrollan. En las
altiplanicies, como la estepa euroasiática, los pueblos son nómadas y poseen
una estructura patriarco-trival, como son los mongoles, los árabes o tártaros.
En los valles, los pueblos son agricultores y sedentarios, formando Estados que
imponen su ley, como puede ser China, India o el Antiguo Egipto. Son pueblos
que viven en dependencia con un río determinado. Por último, aquellos pueblos
que se asientan en el litoral son estados comerciantes y conquistadores, pues
el mar no es una frontera, sino el medio de la unión y la comunicación, como es
el caso de Inglaterra, Portugal, España o Dinamarca.
Hegel afirma que son las montañas y no los ríos las fronteras
naturales de los países, pues están incomunican y limitan, mientas que el río
es de ambos países, siendo que la frontera entre España y Francia tiene mayor
contraste que España y Portugal. Un buen ejemplo son las diferencias entre
Chile y Argentina. Todo Estado Racional
debe de tener un nexo al Mar.
El Nuevo Mundo
Para Hegel, América es un continente en formación y lleno de
contrastes, debido a que el Sur fue conquistado por españoles y portugueses,
mientras que el Norte fue colonizado por europeos. Hegel afirma que Estados
Unidos es una nación en gestación, ya que se población, ante la adversidad en
vez de concentrarse en grandes poblaciones, se expande hacia los terrenos aún
vírgenes (recuérdese que esto está escrito en 1831), estando en una continua
expansión, siendo tierra de oportunidades. Por otro lado, América del Sur
(Incluyendo México y américa central) está en una continua revolución, siendo
los estados dirigidos por oligarquías militares que impiden la construcción de
un Estado fuerte y racional.
Esto se debe que la casta dirigente, las élites criollas,
intentan emular las instituciones y privilegios de las anteriores élites
coloniales, lo cual, unido a una población culturalmente pobre, se forman
oligarquías y plutocracias corruptas que mina la construcción de un
Estado-Nación fuerte y próspero, siendo una emulación de los desastres
políticos de Península Ibérica, como son las guerras carlistas (España) o las
guerras liberales (Portugal).
El Viejo Mundo
El Viejo Mundo se divide en los tres continentes que lo
conforman, a saber:
-África es el estado de inocencia, donde la Naturaleza es tan
extrema y dura que el hombre vive esclavo a la inmediatez y localismo de esta.
Solo en determinadas zonas litorales se ha llegado a formar estados
organizados, como puede ser el Norte de áfrica, Etiopía o Liberia. En este
continente, al estar atrapado en la inmediatez de la materia y lo sensible,
predomina el salvajismo, la hechicería fetichista como el vudú y el patriarcado
tribal, excepto la región del norte, donde el islam ha conseguido formar
Estados Organizados en forma de reinos y repúblicas (solo actualmente) y el
cristianismo en el caso de Etiopía, ambos por estar próximos a Asia y Europa.
-Asia es la cuna de la civilización y por tanto el principio
de la historia, pues desde su más tierna infancia, el nomadismo mongol e
indoario, han surgido grandes Estados como son el despotismo teocrático chino,
la aristocracia sacerdotal india y la monarquía teocrática de Egipto,
Mesopotamia, Persia o Israel.
-Por último, Europa representa el Final de la Historia y la
culminación de la civilización, pues por medio del mundo mediterráneo o
grecorromano, se pasa al germánico, fin de la historia hegeliana. Europa
combina todos los terrenos naturales, pero diferenciados entre sí de una forma
más suave que en los demás continentes.
A modo de conclusión, la filosofía de la historia hegeliana
se describe por medio de la metáfora solar, siendo el Sol la representación del
Espíritu y la luz su despliegue. Es así que la historia universal es el proceso
del Espíritu que acaba con su autoconocimiento; nace en Oriente y termina en
Occidente (Este-Oeste).
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