martes, 27 de octubre de 2020

Hegel y la filosofía de la Historia

Dentro de la extensa y obtusa filosofía hegeliana, su concepción de la historia resulta ser muy novedosa y atractiva para muchos, como Marx, Engels o Adorno, ya que establece que la historia no es una sucesión lineal de acontecimientos, sino el despliegue dialéctico del Espíritu, es decir, de la razón como objeto de sí misma, siempre en la manifestación del pueblo, es decir, la cultura de un conjunto de individuos, teniendo como fin la constitución del Estado para ser conscientes de sí mismo. El Estado es el pueblo como objeto de sí mismo. Para comprender la naturaleza de la historia universal, debe de comprenderse el concepto de Espíritu y el panlogismo hegeliano. Según Hegel y sus discípulos más conservadores, el Espíritu es la realidad absoluta, infinita e inmanente a todo lo que existe, pues todo lo concreto es producto de este Espíritu y por tanto están sumergidos en él.

Este Espíritu (reminiscencia del Dios de Spinoza) es la razón, el logos como sujeto que tiene de objeto a sí mismo. De aquí se concluye la famosa tesis hegeliana: “todo lo racional es real y todo lo real es racional”. Es así que la Razón es la sustancia absoluta de todo lo que es y existe, siendo el fin último y supremo es la autoconciencia de la propia conciencia la unión de sujeto y el objeto en el Espíritu, la razón y la sustancia absoluta que es consciente de sí. No obstante, este Espíritu no es estático no inmediato, sino que se despliega de lo absoluto inmediato a la negación de sí mismo, en lo concreto y mediato, para volverse a sí mismo. A esto Hegel llama dialéctica.

La Dialéctica es un método de análisis conceptual que surge en la Antigua Grecia como forma de argumentación, encarnada en la dialéctica socrática. No obstante, Hegel adopta la dialéctica del filósofo alemán Fichte, el cual es el puente de unión entre la filosofía kantiana con la hegeliana. Este método de análisis de la realidad consta de tres estados, a saber, la tesis (idea primera), la antítesis (la negación de la tesis) y la síntesis (negación de la negación), es decir, la superación de las contradicciones, la integración de la tesis y la antítesis en una realidad única y superior.

Es este desarrollo dialéctico la estructura racional de toda realidad, siendo cada ciencia manifestación de esta estructura racional. Es así que la historia universal es el desarrollo dialéctico de un pueblo, como conjunto de individuos cohesionados en uno por su cultura, religión y filosofía. Por tanto, la historia universal tiene por sujeto y por objeto al Espíritu manifestado en la noción de pueblo, siendo su fin último la autoconciencia como pueblo, formar un Estado racional que garantice el derecho y la libertad, encarnado en la civilización, en el Estado absoluto que Hegel, como buen alemán, identificará con el constitucionalismo prusiano.

Hegel determina que existe una serie de categorías concernientes a la historia universal, siendo esta el proceso dialéctico por el que se manifiesta la Providencia o Logos del Espíritu de forma concreta, con individuo viviente, universal y subjetivo, ya que la historia universal pertenece a las ciencias del espíritu.

La primera categoría de Hegel es la variabilidad. Las relaciones históricas no son estáticas ni homogéneas, sino presentan toda una variabilidad multiforme, donde los pueblos, estados e imperios se suceden en el gran teatro del devenir histórico. La segunda categoría es el rejuvenecimiento. Los vaivenes de la historia no son fortuitos, sino que se desarrollan como un ave fénix, donde todo pueblo, estado o imperio perece, es sustituido por otro superior, más refinado, como puede ser el ocaso de Grecia, que es superado por el triunfo de Roma. La tercera categoría es inferida por la segunda, ya que de este rejuvenecimiento se deduce que hay un fin o razón subyacente. Las fuerzas de la historia (es decir, el progreso) conducen a la humanidad a la culminación de sí misma, a un fin último y supremo, el cual llega con la Revolución Francesa, que es la antesala a la futura Revolución Alemana y su posterior Unificación, la cual será esperada con ilusión por muchos, como Heinrich Heine y reinterpretada por otros como que Hegel espera que la culminación de la humanidad se de en el Imperio Alemán o Segundo Reich Alemán.

Sin embargo, debe de criticarse la doctrina de Hegel por su carácter excesivamente teleológico y futurólogo, ya que determina que el fin de la historia es Alemania y su propia filosofía, cosa que no puede aceptarse, ya que después de Hegel la experiencia ha habido muchos más sistemas filosóficos como la fenomenología de Husserl y otros acontecimientos históricos como la Revolución Rusa o las Guerras Mundiales. Es así que, de la propia concepción dialéctica de la historia, puede formularse infinitas combinaciones de eventos futuros que solo la experiencia del transcurrir del tiempo nos confirmará. Incluso puede darse retrocesos dialécticos en el devenir histórico, como puede ser la Alta edad media respecto al Imperio Romano.

El concepto de la historia universal es el Espíritu como individuo universal, pero determinado, es decir, el concepto de pueblo en general, el cual tiene por fin último la conciencia de sí mismo, es decir, la formación de un Estado propio con su legislación, arte, ciencia, religión y filosofía propios para sostenerse así mismos. Todo pueblo, por el hecho de ser pueblo, tiene a constituirse como un Estado-Nación. Los individuos no serían más que meros instrumentos dirigidos por las fuerzas históricas con el único propósito de llegar a dicho fin.

El Espíritu, a groso modo, es la sustancia universal de la historia, basada en la libertad; siendo la materia la negación de este, es decir, la privación de libertad. La sustancia del Espíritu es la libertad, por tato, la historia universal es el desarrollo dialéctico de la autoconciencia de la propia libertad de un pueblo, quedando la historia esbozada en los siguientes puntos:

La civilización, como manifestación histórica del Espíritu, tiene su cuna en Asia, en concreto en la formación de China como un Estado centralizado y organizado, donde la libertad se manifiesta de forma primitiva en la libertad de uno solo, el Emperador, el cual se eleva sobre la inmediatez y esclavitud a la materia de sus súbitos, dándole su condición divina su legítima libertad despótica. Este primer estadio de la libertad se irradia hacia la India, donde se manifiesta en la aristocracia brahmánica, donde la libertad solo reside en los sacerdotes y guerreros, aquellos que están más próximos a la suprema divinidad del Brahmán. A su vez, la libertad pasa a Persia, donde se manifiesta en el Rey, adscrito de los dioses y guardián del fuego de Aura Mazda. Por último, y con la meta puesta en Grecia, la libertad pasa a Israel, donde Yahvé es el supremo soberano del pueblo, representado en la figura del Rey y en la del Sumo Sacerdote. No obstante, este desarrollo histórico contiene una serie de regiones intermedias o de transición geográfica, como son Mesopotamia o Egipto. Sin embargo, este esquema racional del desarrollo histórico no se corresponde con los indicios de las modernas historiografía y arqueología.

Este proceso dialéctico desemboca en la Grecia Clásica, con Atenas a la cabeza. Para Hegel, los griegos y después los romanos conocen la libertad real, pero no desplegada de la esclavitud, sino desde la misma libertad por ser ciudadano de la poli, aunque solo algunos hombres son ciudadanos, y por tanto, la libertad es solo para algunos.

Con el cristianismo como máxima religión, la libertad se derrama en todo el género humano y en los miembros del género humano y en los miembros del pueblo, debido a su concepción teológica, donde Dios Padre, como espíritu indeterminado, se manifiesta de forma determinada en Dios Hijo, como negación del Espíritu indeterminado. No obstante, Padre e Hijo se reencuentran en Dios como Espíritu Santo, es decir, el Padre se convierte en el Hijo y el Hijo se convierte en el Padre por medio del Espíritu Santo, siendo esto lo que Hegel llama autoconciencia.

Con el enfrentamiento entre el cristianismo y el Imperio Romano surge la Iglesia, la cual es la superación de ambos elementos contradictorios, siendo el Estado-Iglesia inseparables, portando las “dos espadas” del poder, la espiritual (el papado) como la terrenal (la monarquía) siendo la última representada en su máxima en el Sacro Imperio Romano Germánico.

No obstante, esta monarquía bicéfala presenta múltiples contradicciones, llegando a separarse la Iglesia del Papado, y posteriormente la Iglesia del Estado, siendo el primer estado auspiciador de la religión (la Reforma), y luego creador de religión (la Revolución Francesa), y por último Religión de sí mismo (Germania).

E así que la historia culmina en occidente, siendo el Estado-Nación germánico el fin de la historia y la cumbre de la civilización, siendo exportada por Inglaterra a Estados Unidos, tierra aun por conquistar, formando el Estado-Nación de los Estados, exportando sus bases y culturas a todo el Mundo, en especial a China (expansión del capitalismo chino), completando lo que algunos llaman ciclo histórico.

Nótese que lo último es totalmente ajeno a la filosofía original de Hegel, pero que extrapola sus esquemas a la historia actual, pero con enormes fallos, como la omisión de España y Portugal, o la exclusión del imperio ruso, aunque pueden adaptarse estos elementos al esquema original (como hacen muchos neohegelianos actualmente), pero no muy satisfactoriamente, debido a la rigidez del modelo “Este-Oeste”.

En la historia universal el tema es la idea, tal y como se exterioriza en el elemento de la voluntad y de la libertad es la base abstracta de la libertad, pero el producto es la existencia moral entera de un pueblo.

Los procesos históricos de un pueblo o un Estado se dividen en su nacimiento, un momento de conservación, la cultura de dicho pueblo o Estado es el medio por el cual se conserva a sí mismo, seguido por una fase de decadencia, donde el pueblo o Estado degenerado, pues ya ha cumplido su fin histórico y otro pueblo o Estado se apoderará de su soberanía y acabará por ser asimilado (Roma con Cartago). Estos procesos históricos vienen determinados por una serie de individuos históricas, los cuales son aquellos que son conscientes del fin último de su pueblo o Estado y tiene con fin y cometido propio el alcanzar dicho fin, como Julio Cesar, Napoleón o Theodor Herzl.

El material de la realización

El Estado es la realización material del fin último de la historia universal, la unidad de la voluntad subjetiva y de lo universal en el orbe moral, la realización de la libertad humana sabiendo y queriendo lo universal. El Estado es el centro de las actividades humanas, donde la libertad se hace objeto y se realiza positivamente. El Estado, el Derecho y la Moral son la única realidad positiva, pues solo en el Estado el hombre existe de forma racional. La educación que solo se da en el Estado, hace que el individuo sea objetivo y no subjetivo, pues todo aquello que hace que el hombre sea en su esencia espíritu, es debido al Estado.

Es así que para Hegel el Estado es la fuente de moralidad, pues es la unión de la voluntad universal y esencial con lo subjetivo. En el Estado, el hombre puede ser libre con responsabilidad (Democracia Liberal) y participar con libertad en su cultura, su ciencia, su religión y filosofía. El fin del Estado hegeliano es que lo esencial, lo válido y racional viva en las acciones humanas, a fin de cuentas, educar al hombre para que sea hombre por sí mismo, reminiscencia a la moral y al derecho kantiano.

Siguiendo la argumentación de Hegel, podría decirse que los ciudadanos son el medio del Estado, siendo este el fin último de cada uno de ellos. Pero esto es erróneo, pues el Estado no es una abstracción, un noúmeno kantiano al que aspira todo ser humano, resultante de la negación abstracta de la voluntad individual del ciudadano, sino que este último, como elemento, se funde con los demás ciudadanos en el Estado como todo orgánico, pues en este no existen medios y fin, sino que cada uno de los ciudadanos es el propio Estado, siendo su esencia la vida moral.

Solo en el Estado puede hablarse de arte y religión, es decir, en la historia universal solo tiene cabida aquellos pueblos que sean constituido racionalmente, es decir, aquellos pueblos que han formado un Estado. “El Estado es el individuo espiritual, al pueblo en sí articulado, el pueblo como todo orgánico” G.W.F. Hegel, 1831. La cultura es la forma por la cual el pueblo constituye su Estado, es la forma del espíritu del pueblo. Es así que el Estado es el espíritu del pueblo, el objeto inmediato de la historia universal, siendo su desarrollo una dialéctica de Estados.

El Estado de Derecho

Hegel critica la teoría del Estado de Rousseau y su estado de naturaleza o de inocencia, donde el hombre es totalmente libre, asociándose en el Estado limitando su propia libertad. Hegel, en sintonía con Hobbes y Spinoza, declara que el estado de naturaleza es causante de libertad, donde los hombres se guían por las pasiones y sensaciones inmediatas. Solo en el Estado el hombre es libre. Es así que este estado primigenio no es objeto de la historia. Las profecías mosaicas no tienen valor histórico con el momento en el que se realizan como Estado, la teocracia de Israel cuando adquieren valor histórico.

Es el estado natural el estado de la injusticia, las pasiones y de lo inhumano, siendo limitaciones por la Sociedad y el Estado, liberándonos de la naturaleza inmediata. Esta limitación desaparece cuando entre en nuestros actos entra en escena la conciencia y la razón, guiando nuestros actos en libertad, razón y conciencia produce el Estado por medio de la cultura del pueblo.

El Estado patriarcal es un estado de tránsito entre la familia y el Estado, siendo aquel donde se vincula el elemento moral y el afectivo con la justicia, donde la relación de amor entre familiares se convierte en servicio (tribu). El Estado debe cuidar la familia pues gracias a ella los individuos del Estado tienen moral. El Estado patriarcal conlleva a la teocracia, pues el patriarca de una tribu es también su sacerdote.

En el pleno Estado (sea más o menos primitivo), dos individuos obedecen las leyes porque saben y son conscientes de que en ellas reside su libertad. Al saber esto, los individuos son independientes entre si dentro del Estado, pues las leyes aceptadas conscientemente los hace libres. Es así que el estado de derechos es el Estado de la Ley (Racional, Constitucionalismo Democrático).

El Estado y la religión

Siendo el Estado Racional el fin del pueblo en general, los pueblos materiales que examinamos en el devenir histórico se distinguen entre ellos por las potencialidades particulares de su espíritu, es decir, su cultura: religión, derecho, constitución, filosofía, ciencias, aspectos económicos y militares…

Son estas potencialidades las que aprovecha cada pueblo para construirse a sí mismo. Las diferencias esferas que constituyen la cultura de un pueblo están relacionadas entre sí, siendo compatibles unas con otras (el protestantismo y las constituciones europeas), pero otras son totalmente incompatibles (la religión mahometana y el capitalismo europeo).

Es así que el espíritu del pueblo se realiza así mismo en estas esferas y en las relaciones de estas entre sí. La religión es el interés y necesidad universal del pueblo, la conciencia espiritual del pueblo es tomar por objeto el absoluto, mientras que la filosofía es la superación de la religión, pues el sujeto que tiene por objeto al espíritu absoluto toma consciencia de que él mismo es el espíritu absoluto toma conciencia de sí mismo. A esto lo llama saber absoluto o filosofía, y la historia universal es el proceso por el cual el pueblo llega a este saber absoluto. La religión, la representación de Dios, es el límite universal del saber de un pueblo, siendo la religión el concepto que tiene el pueblo de sí mismo en relación con el Absoluto.

Es así que un pueblo que tiene por Dios a la naturaleza no puede ser libre, mientras que un pueblo que tiene por Dios a un espíritu libre y superior a la naturaleza es cuando un pueblo es libre, pues la representación que tiene un pueblo de Dios es la representación que tiene el pueblo de sí mismo, algo que Feuerbach utilizará como base de su interpretación antropológica y atea de la religión. Es así que el pueblo indio carece de libertad, pues su religión se basa en la esclavitud y la sumisión a las fuerzas cósmicas, cosa que es representación de la sociedad india, como las castas o el inmovilismo de la vida que tiene este pueblo.

La religión es tomar a Dios como objeto separado, como Ser absoluto en abstracto. La unidad de este ser universal con lo particular es la idea de humanización, la humanidad. La religión tiene como objeto lo verdadero, unión de lo objetivo y subjetivo. Para Hegel, es en el cristianismo donde se encuentra la semilla del concepto de humanidad, pues en la figura de Cristo, pues en él se unen la divinidad (universal) con lo particular (ser humano). Es así que, según Hegel, en los Derechos Universales de los seres humanos reside el influjo de los valores cristianos, siendo que, en el pueblo chino, indio o los pueblos islámicos varios, no puede residir la libertad, pues carecen de la concepción de Cristo, indispensable para tener un Estado-Racional, algo que Samuel P. Huntington desarrollará en su teoría del choque de civilizaciones.

Las religiones judía y la mahometana, comparte con la Ilustración, la religión de la razón, son religiones positivas y absolutas, pero tienen al Ser absoluto separado del Mundo como Absoluto abstracto y vacío. Por otra parte, el panteísmo ingenuo carece de objeto, pues el sujeto se disuelve en el todo. A su vez, aquellas religiones que tienen a Dios en relación con el Mundo, siendo la India, la religión griega y el cristianismo (y el judaísmo hasta cierto punto) son las que tienen al Ser Absoluto como participante y en relación con el Mundo, culminando en Cristo, la religión revelada, la unión de lo universal con lo particular, como la Trinidad en el cristianismo.

Respecto a otras esferas, el arte tiene el mismo contenido que la religión, pero desde la intuición sensible, mientras que la ciencia tiene el mismo objeto que la religión, pero desde el pensamiento (Kant). La religión es lo universalmente verdadero en unión lo objetivo (ciencia) con lo subjetivo (arte). Es el sustento de la existencia del pueblo. Con esto, Hegel admite que el Estado determinado sale de la religión determinada, siendo el Estado ateniense imposible de darse sin la religión griega, y el Estado romano imposible sin la religión romana. Es así que un Estado católico tendría una constitución diferente a la de un Estado protestante.

Dependiendo del concepto del espíritu que tenga la religión de un pueblo, tendrá una constitución determinada, siendo que la religión mahometana, debido al fanatismo de sus creyentes, hace que estos conquisten grandes extensiones, pero que sean incapaces de formar un Estado estable y racional. A su vez, según Hegel (y Weber), la religión cristina (y más el protestantismo), por su concepción del Absoluto conectado al Mundo (Cristo), permite la creación de un Estado (nación) racional y estable, creando tejidos económicos centralizados (Francia) o más descentralizados (Suiza).

El arte también queda determinada por la religión del pueblo, siendo que aquellas religión del pueblo, siendo que aquellas religiones donde se tenga a Dios como Ser abstracto e informe, como la judía o la mahometana, no disponen de un arte figurativo, pues la forma subjetiva de la intuición sensible no está dentro de su concepto de Dios, el cual es la representación del pueblo, aunque esta tesis solo puede aplicarse a las artes plásticas y a los círculos religiosos más conservadores. Por otro lado, los griegos tenían al arte como algo supremo, ya que su religión, su concepto de espíritu, residía en la subjetividad natural, donde la forma humana imbuía a la divinidad. Por último, el cristianismo tiene un arte particular, pues Dios está conectado al Mundo por Cristo (Padre-Hijo), pero no a la manera de los griegos, pues el cristianismo subordina el arte a la religión, siendo el arte no un fin, sino un medio para la religión.

A su vez, la ciencia hegeliana, es la abstracción de lo más profunda de Espíritu, es el modo supremo como llega un pueblo a la conciencia de la verdad. Mientras que la industria nos da a conocer cómo los hombres se conducen en su dependencia y relación con la naturaleza, siendo la agricultura la necesaria dependencia a la naturaleza.

El derecho privado, por otro lado, es el derecho relativo a las necesidades finitas de un ciudadano. Una plena libertad personal solo puede darse en un Estado fundamentado en principios determinados, siendo la libertad y el derecho privado compatible con los Derechos Humanos, pero no con la sharía islámica o el karma hindú.

Las ciencias finitas, como la matemática, la historia natural, la física, etc.; exigen de la cultura del pueblo una serie de principios, siendo la libertad del Estado racional necesaria para se den estas ciencias, siendo que la filosofía y las ciencias europeas triunfen en la historia universal, mientras que la ciencia y la filosofía árabe desaparecieran en el S. XIII.

La Constitución

Los términos anteriores son tratados por Hegel en abstracto, siendo las determinaciones de estos lo que llamamos constitución. El ente abstracto del Estado solo adquiere vida y realidad por medio de la constitución, su determinación real. La primera distinción del Estado es la relación entre gobernantes y gobernados, dividiéndose en Monarquía, Aristocracia y Democracia. El problema radica en cuál es la mejor constitución, aquella que asegura mejor el fin del Estado.

Hegel demuestra un verdadero realismo político al afirmar que la constitución dependerá de la moral y cultura de un pueblo, pues siendo la república el mejor modelo para la libertad en la teoría, su administración es incompatible en muchos pueblo debido a su administración es incompatible en muchos debido a su cultura, siendo la monarquía más útil entre los persas y las españoles, y la aristocracia entre los indios.

La relación del Estado con otros Estados se basa en el derecho del espíritu absoluta buscando los pueblos su propia independencia frente a la independencia de los demás, como expone Gustavo Bueno en su ensayo España frente a Europa.

El curso de la Historia

En la filosofía histórica de Hegel, el concepto de evolución es muy interesante, pues es en este dónde basa toda su escatología espiritual en referencia a la historia universal, pues es la evolución el mecanismo por el cual el espíritu avanza en su desarrolla. Pero ¿cómo avanza el espíritu por medio de la evolución? En contra de sí mismo, tanto en la campo espiritual.

Para que algo cambie, debe abolirse a sí mismo y luchar contra su estado anterior (evolucionismo teleológica, no darwinismo), superándose a sí mismo. En la naturaleza, el cambio es siempre el mismo, no va más allá de la esencia de la propia especie. Pero es en el espíritu donde la evolución tiene un sentido, un fin superior, destruyendo a los estados anteriores, pues en las polis griegas no hay cabida para la monarquía de origen persa, mientras que la polis griegas es inexistente en el Estado romano.

El espíritu, para realizarse a sí mismo, se enfrenta a sí mismo, desplegándose y replegándose a sí mismo, siendo que pueblos y culturas ostentosos acabe en la ruina, teniendo que empezar de nuevo a partir de esas ruinas. El espíritu absoluto destruye las determinaciones de los pueblos como entidades espirituales con el objetivo de superarse a sí mismo, llegar al saber absoluto (autoconciencia).

En esta proceso, vemos varias fuentes:

-Fase 1: Patriarcal, Oriental (libertad de uno solo)

-Fase 2: Mundo Griego (libertad de algunos)

            Mundo Romano (libertad de algunos orientado a un fin universal)

-Fase 3: Mundo Germánico: Cristianismo, hombre libre por se hombre.

En esta concepción de la historia y sus fases el a priori de la historia universal, cosa a confirmar por la experiencia.

La conexión de la naturaleza con la historia

En una primera instancia, el hombre es un ser natural, determinado a las leyes de esta y subordinado. Pero en el momento en que el hombre se separa de esta naturaleza y tiende a mirar a lo universal, pasa a la esfera del espíritu. No obstante, esta separación puede no darse a causa de que la naturaleza sea demasiada poderosa como para que el hombre se emancipe de ella. Hegel determina que las zonas de climas extremos (Laponia o el Sahara) los pueblos que las habitan no entran en la historia universal pues no llegan a la esfera del Espíritu, ya que la Naturaleza es tan extrema que hace a estos pueblos esclavos de ella y no pudiendo ir más allá de las condiciones locales, a saber, las condiciones materiales son tan duras que no permite a estos pueblos formar un Estado, requisito fundamental para estar dentro de la Historia Universal.

Así Hegel explica que los Estados más primitivos será los más próximos a estas zonas, como la Rusia Siberiana, Mongolia o Nepal (en cuanto al frío); o Mauritania, Honduras o Malasia (en cuanto al calor). Esto es cierto hasta cierto punto, pues los avances técnico-científicos en agricultura, industria o medicina han brindado la oportunidad de construir estados prósperos como Finlandia o Singapur, donde las condiciones climáticas no las más adecuadas, como podría ser el caso del moderno Estado de Israel.

En el pensamiento de Hegel respecto a la relación entre naturaleza e historia, puede notarse ciertos tendencias malthusianas acerca de la relación entre la tierra y la población, doctrina criticada por otros pensadores como Karl Marx, pues no tiene en cuenta los avances tecnológicos que posibilitan que una zona con un clima hostil y un suelo pobre para la agricultura como es el desierto de Nevada albergue una portentosa ciudad-casino como son las Vegas.

Según Hegel, existe una relación entre los pueblos y su constitución política con la geografía en la que se desarrollan. En las altiplanicies, como la estepa euroasiática, los pueblos son nómadas y poseen una estructura patriarco-trival, como son los mongoles, los árabes o tártaros. En los valles, los pueblos son agricultores y sedentarios, formando Estados que imponen su ley, como puede ser China, India o el Antiguo Egipto. Son pueblos que viven en dependencia con un río determinado. Por último, aquellos pueblos que se asientan en el litoral son estados comerciantes y conquistadores, pues el mar no es una frontera, sino el medio de la unión y la comunicación, como es el caso de Inglaterra, Portugal, España o Dinamarca.

Hegel afirma que son las montañas y no los ríos las fronteras naturales de los países, pues están incomunican y limitan, mientas que el río es de ambos países, siendo que la frontera entre España y Francia tiene mayor contraste que España y Portugal. Un buen ejemplo son las diferencias entre Chile y Argentina.  Todo Estado Racional debe de tener un nexo al Mar.

El Nuevo Mundo

Para Hegel, América es un continente en formación y lleno de contrastes, debido a que el Sur fue conquistado por españoles y portugueses, mientras que el Norte fue colonizado por europeos. Hegel afirma que Estados Unidos es una nación en gestación, ya que se población, ante la adversidad en vez de concentrarse en grandes poblaciones, se expande hacia los terrenos aún vírgenes (recuérdese que esto está escrito en 1831), estando en una continua expansión, siendo tierra de oportunidades. Por otro lado, América del Sur (Incluyendo México y américa central) está en una continua revolución, siendo los estados dirigidos por oligarquías militares que impiden la construcción de un Estado fuerte y racional.

Esto se debe que la casta dirigente, las élites criollas, intentan emular las instituciones y privilegios de las anteriores élites coloniales, lo cual, unido a una población culturalmente pobre, se forman oligarquías y plutocracias corruptas que mina la construcción de un Estado-Nación fuerte y próspero, siendo una emulación de los desastres políticos de Península Ibérica, como son las guerras carlistas (España) o las guerras liberales (Portugal).

El Viejo Mundo

El Viejo Mundo se divide en los tres continentes que lo conforman, a saber:

-África es el estado de inocencia, donde la Naturaleza es tan extrema y dura que el hombre vive esclavo a la inmediatez y localismo de esta. Solo en determinadas zonas litorales se ha llegado a formar estados organizados, como puede ser el Norte de áfrica, Etiopía o Liberia. En este continente, al estar atrapado en la inmediatez de la materia y lo sensible, predomina el salvajismo, la hechicería fetichista como el vudú y el patriarcado tribal, excepto la región del norte, donde el islam ha conseguido formar Estados Organizados en forma de reinos y repúblicas (solo actualmente) y el cristianismo en el caso de Etiopía, ambos por estar próximos a Asia y Europa.

-Asia es la cuna de la civilización y por tanto el principio de la historia, pues desde su más tierna infancia, el nomadismo mongol e indoario, han surgido grandes Estados como son el despotismo teocrático chino, la aristocracia sacerdotal india y la monarquía teocrática de Egipto, Mesopotamia, Persia o Israel.

-Por último, Europa representa el Final de la Historia y la culminación de la civilización, pues por medio del mundo mediterráneo o grecorromano, se pasa al germánico, fin de la historia hegeliana. Europa combina todos los terrenos naturales, pero diferenciados entre sí de una forma más suave que en los demás continentes.

A modo de conclusión, la filosofía de la historia hegeliana se describe por medio de la metáfora solar, siendo el Sol la representación del Espíritu y la luz su despliegue. Es así que la historia universal es el proceso del Espíritu que acaba con su autoconocimiento; nace en Oriente y termina en Occidente (Este-Oeste).

En Oriente, nace la Historia como sol exterior, donde el Espíritu es inmediato y separado, empezando por el patriarcado tribal mongol pasando por el despotismo teocrático del Imperio Chino, la aristocracia sacerdotal de la India, hasta su culminación en Persia, con la monarquía divina. No obstante, la contradicción de este último sistema se manifiesta e Egipto e Israel, saltando a Europa por el Mediterráneo. Ya en Europa, el primer estadio de la historia de este continente se encuentra en el Mediterráneo, con Fenicia y Siria como el puente de unión entre Asia y Europa, continuado por Grecia y Roma. En Grecia reina la libertad subjetiva encarnada en el arte, en especial en la escultura, mientras que en Roma la libertad subjetiva se subordina al Estado. Es en el mundo posromano o germánico donde la Historia alcanza su fin. El sol decae, pero surge un nuevo sol, un sol interior que irradia una luz más allá del mar (América), donde el Imperio Romano acepta el Cristianismo, pasando a ser el Sacro Imperio Romano Germánico, luchando contra la Iglesia de Roma, venciendo en la Reforma y la Revolución, siendo la religión parte del Estado (nacionalismo), llegando con el Fin de la Historia con la futura Unificación Alemana en un Estado-Nación germánico (lo que algunos apuntan a que Hegel predijo la formación del Imperio Alemán de 1871). El día acaba y el Espíritu se hace consciente de sí mismo. La humanidad, por medio de la Unión Germánica (¿Unión Europea?) alcanza el saber absoluto, la realidad absoluta verdadera. 

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