martes, 23 de febrero de 2021

Guillermo de Occam y el nominalismo

 El problema de los universales 

La gran disputa filosófica que caracteriza a la Edad Media es el problema de los universales, es decir, si los términos generales que utilizamos, como las especies, son realidades con su propio estado ontológico, si son cualidades inmanentes en los particulares; o por el contrario son simples nombres sin ninguna realidad simples nombres sin ninguna realidad independiente a nosotros. Por tanto, la filosofía medieval puede clasificarse en las siguientes doctrinas. 

El realismo platónica afirma que los universales existen de forma independiente a los particulares, siendo estos participantes de los universales, ya que estos últimos son realidades trascendentes e independientes a todos los particulares. Según esto, el concepto de animal existe de forma independiente a los animales particulares. Un ejemplo sería la obra de Anselmo de Canterbury, con su famoso argumento ontológico en favor de la existencia de Dios, siendo este, al ser pensando como lo más perfecto, por el mero hecho de pensarse, existe. 

El aristotelismo surge de las traducciones de los textos griegos que filósofos como Averroes realizan, siendo rescatadas estas traducciones por Tomás de Aquino y el tomismo posterior. A grandes rasgos esta escuela afirma que los universales existen implícitamente en los particulares. Es así que el universal es la forma común de todos los particulares correspondientes. 

Por último, el nominalismo niega la existencia de los universales como realidades tanto como realidades trascendentes, como realidades inmanentes. Los universales solo son nombres con los que agrupamos particulares con características comunes en una misma categoría, pero siendo esa categoría, pero siendo esta categoría nada más que una nominación verbal, sin ninguna realidad más que la puramente lingüística. 

En esta corriente, encontramos enmarcando el pensamiento de Guillermo de Occam, el cual afirma que los universales no pueden existir por sí mismos, pues si lo hicieran, existirían en la Inteligencia de Dios, limitando su acción, y por tanto, entrando en contradicción con la omnipotencia de Dios y en su supremo poder creador. 

Dios puede hacer todo que no implique contradicción. Si Dios hiciera lo que no es contradictorio, Dios podría hacerse a sí mismo, siendo que Dios es un ser incausado, por tanto, no puede tener causa en sí mismo. Sin embargo, este razonamiento guarda una profunda contradicción, pues si Dios es omnipotente, pero no puede crearse o ser causa de sí mismo, ya que es increado, esto rompe con su propia omnipotencia, pues al no poder crearse a sí mismo debido a su condición eterna, le falta el poder de poder se causa de sí mismo, portando no es omnipotente debido a esta carencia... 

Volviendo a la doctrina de Occam, este argumenta que las categorías de género y especie nos sirven para clasificar las diferentes particulares, pero bajo ningún concepto existen como realidades per se, o como forma de los particulares. Para Occam, los conceptos son a la representación como el ser a las cosas,  ya que una misma cosa no puede tener dos conceptos iguales. Según Occam, y el empirismo inglés posterior, preguntarnos por la individualidad es absurdo, pues es evidente y necesaria en todas las cosas particulares, es decir, las cosas que son. Por otro lado, la universalidad es tema de debate, ya que su naturaleza no está en las cosas que está fuera del alma, sino en la relación entre las cosas y el sujeto que las capta. 

De todo esto Occam concluye que la pluralidad de los conceptos es necesariamente a causa de la pluralidad de las cosas. Tal es el nominalismo de Occam, que afirma que mucho de nuestro conocimiento es falso o confuso debido que se da a las categorías o conceptos generales realidades sustancial, cuando son meros actos mental. Tal es la confusión que nuestros universales produce, que hacen auténticas absurdeces en nuestros silogismos expositivos, siendo que estos deben de formularse de las cosas concretas, ya que estas cosas son la base de nuestro conocimiento. 

De los modos de Ser y de la Definición

Para Occam, solo las cosas particulares existen o son per se, ya que los universales son simples conceptos mentales. Por tanto, hay dos modos de ser: Ser per se (la calidad es calidad), Ser accidental, el hombre blanco. El Ser per se es el ser necesario, mientras que lo accidental es lo contingente, lo que al extraerse del sujeto, no lo altera o destruye, como puede ser la blancura para el hombre. 

Por otra parte, Occam afirma que solo se define lo singular, pues toda cosa es singular, ya que solo las cosas (y Dios) son per se. Por tanto, todo lo universal es singular, siendo los universales signos que utilizamos para reunir por economía características comunes, es así que, siendo los signos ajenos al ser de las cosas y no variar de ellos, lo universal solo compete a los propios signos, y no a las cosas. 

De las Ciencias

Siendo que son las cosas lo que determina la pluralidad de los conceptos, las ciencias, siendo las que utiliza estos conceptos, debe de ser múltiple, ya que toda ciencia no es más que lo cognoscente de las cosas, siendo que por cada cosa, debe de haber su respectiva ciencia. Además, tal es el grado de contingencia que Occam da a las cosas, que las leyes fijas que nosotros damos o vemos en las cosas debe de considerarse siempre de forma provisional, ya que esta contingencia de las cosas hace que no se pueda estar seguro de la validez del propio conocimiento, rompiendo con el dogmatismo de la tradición platónica-aristotélica propia de la escolástica; adelantándose a su vez al empirismo de Locke y Hume, al criticismo de Kant, y el falsacionismo de Popper, fundamento esencial de la ciencia contemporánea. 

Es así que Occam argumenta que la teología, la metafísica y la ciencia natural no son una, sino muchas, debido a la pluralidad de las cosas simples que estudia el sujeto de las ciencias. A su vez, Occam afirma que la teología es un saber especulativo y práctico. Práctico por proposiciones como "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo", y especulativo por proposiciones acerca de la naturaleza de Dios, como "Dios es uno y trino". 

De las Relaciones

Debido a que Dios, al ser omnipotente, puede realizar lo que quiera (dentro de lo no contradictorio) con libertad, toda ciencia es descriptiva y probable, pues toda la realidad  creada por Dios es contingente, las relaciones que nuestra razón ve en estas, realmente no están en las cosas como tal, sino en los signos que representa a estas, es decir, las relaciones son conexiones entre representaciones y no entre cosas. 

Esta concepción de las relaciones recuerda al escepticismo de Hume, pero con una gran diferencia: para Hume, las relaciones como la causalidad son operaciones mentales que no tiene ningún fundamento fuerte, basándose únicamente en la probabilidad; mientras que para Occam, estas relaciones se hayan en los signos naturales, siendo estos representaciones de las cosas naturales, ya que se basan en la experiencia, por tanto, son objetivos, aunque no de forma directa, sino indirecta y siempre con carácter provisional. Así, Occam establece varios tipos de relación: acción y pasión, potencia y acto, movimiento y reposo, y tiempo. 

Para Occam, el espacio y el tiempo son de carácter puramente relacionar, no siendo cosas a realidades que existan propiamente fuera de la mente humana, ya que el mundo no es una realidad única, siendo un mero agregado de entidades absolutamente singulares. Por tanto, Occam se adelanta a la epistemología leibniziana y al idealismo kantiano, siendo para ambos el espacio y el tiempo idealidades. Sin embargo, el pensamiento de Occam respecto al tiempo y al especio tienen mayor relación con la filosofía de Leibniz, ya que este afirma que ambas dimensiones dependen de las relaciones de los objetos que se miden, mientras que para Kant son condiciones trascendentales a prior, algo que para Occam no es posible, pues todo es contingente. Es así que para Occam, al igual que para Leibniz, el espacio y el tiempo son fenoménicos, es decir, el resultado de las relaciones de las cosas simples (de las mónadas para Leibniz) entre sí y el sujeto que las mide. 

Sobre el Ente 

Según Occam, el ente es toda aquella cosa simple, es decir, todo aquello que es uno de forma independiente, siendo que los universales, como el hombre, no pueden ser ente alguno, ya que no son uno, pues los universales hacen referencia a un conjunto de cosas simples comunes en algún aspecto entre sí. Al no ser uno lo universal, carecen de toda entidad, siendo esta condición esencial de las cosas simples, ya que son estas las únicas que existen o son per se. 

De la Esencia y la Existencia 

El principio de individuación es uno de los temas más importantes para los escolásticos franciscanos, siendo que estos se dividen en dos escuelas en función de que atañen realidad. Todos estos escolásticos afirman en contra del tomismo que haya una distinción real entre esencia y existencia, es decir, entre forma y materia en el lenguaje aristotélico. 

La primera escuela, la de Duns Escoto, afirma que la esencia o forma es donde reside la individualización, siendo los conceptos superiores a las cosas; exponiéndose lo que llamaríamos realismo platónico o escotista. La segunda escuela, la que funda Occam, afirma que es la existencia donde reside la individuación, siendo las cosas simples y contingentes superiores a los conceptos, carentes de realidad propia, siendo una exposición del nominalismo radical, y preludio al empirismo inglés del S.XVII. 

Para Occam, al ser Dios omnipotente, la esencia y la existencia de las cosas no puede distinguirse realmente, debido a su contingencia. Sin embargo, Occam afirma que en el caso de la Trinidad, la forma está separada, ya que la fe enseña que Padre, Hijo y Espíritu Santo son personas diferentes, pero que coexisten en la misma sustancia, Dios. Esto solo se acepta por la fe, siendo que esta está por encima de la razón, ya que esta emana directamente de la revelación de Dios al Hombre. 

El Conocimiento Verdadero 

Según Occam, al ser todas las cosas simples contingentes y ser estas las únicas que tienen "quididad" es decir, son per se, el conocimiento verdadero es aquel que se le presenta el objeto, la intuición, siendo pura, la cual afirma que solo conocemos fenómenos, es decir objetos que se nos presenta en la experiencia. El conocimiento, según Occam, debe basarse en los principios fundamentales: el de experiencia y el de economía, bases del conocimiento intuitivo. Según el primer principio, todo conocimiento debe partir de la experiencia de los objetos simples. Por otro lado, el segundo afirma que debe de usarse las explicaciones que impliquen menos conceptos y causas, lo que se llama parsimonia. 

Al ser todas las cosas simples las únicas que tienen realidad, y siendo todas estas contingentes, nuestro conocimiento debe basarse en las experiencias que nos dan dichas cosas. Al ser contingentes todas estas cosas simples, podemos elaborar explicaciones de los fenómenos de cuasi-infinitas causas encadenadas unas a otras debido a su contingencia. Ante esto, Occam desarrolla su famosa parsimonia (Navaja de Occam), afirmando que debe de escogerse la explicación que contenga menos causas encadenadas y accesibles a la experiencia, pues la concatenación de menos causas y entes es más probable que cuando hay más entes.

 

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