martes, 9 de febrero de 2021

La durée y la intuición pura

 La filosofía de Henri Bergson es una de las más inclasificables que se han producido en la historia del pensamiento occidental, casi al mismo nivel que la Nietzsche. Bergson se alza contra el positivismo y el neokantianismo que imperaba a finales del S. XIX y principios del S.XX. De hecho, su filosofía no es más que el rescate de lo cualitativo de lo que el veía como la ilusión del tiempo reducido a la sucesión de objetos en el espacio. Bergson afirma que la esencia de las cosas no es un cúmulo de datos cuantitativos dados en un espacio analítico y geométrico, sino como un fluir de estados de heterogéneos que forma parte de un todo absoluto simple captado por una intuición pura. Es así que Bergson diferencia entre dos clases de tiempo, uno continuo y fluido donde su unidad se basa en el propio cambio, lo que podíamos llamar "proceso", y un tiempo simbólico basado en la construcción teórica del espacio, donde cada estado es cuantificado y separado de forma analítica. 

Este tiempo matemático es el propio de la ciencia, donde se aíslan procesos y estados en función de modelos teóricos, algo que es muy útil a la hora de crear nuevos procesos tecnológicos, pero que no capta la esencia de las cosas tal y como son, como flujos de estados y procesos que cambian en dos posibles movimientos, el de descensión y ascensión. El primero es un proceso es un proceso que puede ser muy rápido, tanto que el cambio y la afluencia de estos estados pasa ser tan pequeño que solo puede captarse una continuidad y homogeneidad, aquello que es propio a la materia. Por otro lado, y tal y como expone en su Evolución Creadora, el segundo movimiento es la ascensión, un flujo creador y vital que siempre se supera a sí mismo hasta alcanzar la Eternidad, el Universo visto como un todo absoluto. Estos extremos describen el camino por el que discurre la metafísica. 

La psicología intuitiva del yo

Esta metafísica intuitiva parte de la psicología del yo. Hasta el auge de la psicología experimental a la mano de Wundt (y James), la psicología pre-científica de yo se dividía en tres corrientes: 

a) La tradición racionalista: el yo es considerado como una entidad ontológica independiente, como una unidad que se sostiene a sí misma y es ajena al tiempo. 

b)La tradición empírica: el yo entendido como un mero nombre que se utiliza para agrupar un conjunto de sensaciones, un haz de sensaciones, pero que no es una entidad por sí misma. 

c) La tradición trascendental: el yo es entendido como un supuesto lógico subyacente a todos nuestras intuiciones, pensamientos y voliciones pero no se puede tener conocimiento positivo de este debido a que es anterior a toda experiencia. 

Bergson rechaza estas soluciones ante el problema de yo, pues entiende a esta (y de forma muy cerca a James) que el yo es la experiencia intuitiva más vital, pues esta funde y mezcla todos las sensaciones en un continuo y heterogéneo fluir de estados por medio de la percepción, la memoria y la imaginación, es decir, el yo es entendido como una duración intuitiva que totaliza al resto de intuiciones en un mismo todo cambiante y creativo. 

El problema de la Nada 

Una de las grades cuestiones de la metafísica occidental es la cuestión, explicitada por Heidegger, ¿por qué el ente (ser) y no la nada? 

Muchos filósofos han intentado responder a la pregunta acerca de la Nada, desde Parménides y Platón, hasta Heidegger y Gadamer, pasando por Hegel. Sin embargo, Bergson desestima esta cuestión de forma tajante, pues la entiende como un pseudo-problema filosófico, pues dicho problema no está debidamente planteado. Bergson argumenta con lo siguiente: Cuando utilizamos la palabra "Nada", esta es entendida como ausencia de algo, sea una cosa o una configuración u orden. 

Cuando decimos que "no hay nada de agua", queremos decir que un determinado espacio el agua esta ausente. Sin embargo, dicho espacio contiene multitud de elementos, cosas y organizaciones, pero que nosotros no encontramos útil o deseable, y por eso desechamos con el término de nada. Por tanto, el término nada es utilizado como la cara opuesto de las cosas u organizaciones que deseamos o vemos como útil. Es por ello que la nada, en el lenguaje que nosotros solemos utilizar se emplea para designar la ausencia de algo en un ámbito de la existencia, pero sin negar a los demás, sino desestimándola como no útil. 

Por esto mismo carece de sentido hablar de la Nada absoluta, pues esta ausencia de los todo existente, cunado dicho término se utiliza para discernir entre otras en función de la "utilidad". Esta concepción de la nada como un pseudo-concepto es muy similar a la de los filósofos analíticos como Russell, Wittgenstein o Ayer entre otros. Es así que la Nada es una idea ilusoria, un fantasma metafísico que asola al Ser. 

La diferencia como objeto de la intuición 

Según Bergson, hay dos maneras de entender los problemas filosóficos, desde el concepto y desde la diferencia. El primero consiste en reunir toda una diversidad de cualidades y cosas bajo un misma idea o concepto por medio de la abstracción, mientras que la segunda consiste en buscar la totalidad de la que emana cada una de estas cualidades. 

Bergson explica esta distinción mediante el ejemplo de la luz. Teniendo el espectro del arcoíris y cada uno de sus infinitos colores y variantes, podemos reunir a todos estos bajo el concepto abstracto de color, el cual elimina la esencia de cada uno de los colores para poder incorporarlos en este concepto. Por otro lado, si nos atenemos a la diferencia, esta consiste no en un concepto, sino en captar todos los colores en su totalidad original bajo la primordial luz blanca, donde cada color y totalidad original, pues cada color obtiene su cualidad esencial de la propia luz blanca. 

Ciencia y Filosofía 

En relación con la distinción entre el tiempo como espacio y el tiempo como "duración", Bergson entiende que la ciencia positiva trabaja con el primero, mientras que la Filosofía, más concretamente la Metafísica, trabaja con el segundo. 

Ahora bien, esto no significa que ambos saberes están totalmente aislados, sino que se completan el uno al otro, pues ambos saberes se tocan en lo que Bergson llama intuición, aquel momento donde el espíritu capta la fluidez y cambio de una totalidad concreta. Según Bergson, este es el momento común que une a la ciencia positiva y la metafísica, a hasta tal punto, que la moderna ciencia positiva exige una nueva metafísica, una metafísica que no atiende a conceptos abstractos, generales y vacíos; sino que vaya a las experiencias más simples para captar su esencia como totalidad, como duración, como fluir temporal. 

Es así que Bergson afirma que el objetivo de la metafísicas intuitiva es captar las magnitudes matemáticas como cualidades primigenias, entender lo concreto no como algo fijo e inmóvil sujeto a las leyes de la naturaleza, eso es objeto de la ciencia, sino captar lo concreto como totalidad simple y que dura en el tiempo, es decir, que fluye en él. Esto es lo que Bergson llama "absoluta", solo accesible por la  intuición a golpe de genio.  

Crítica a la metafísica platónica

Para Bergson la metafísica tradicional ha cometido el error fundamental de partir de lo inmóvil hacia lo móvil, cuando la movilidad, el devenir y el cambio so la esencia de las cosas, su durar o fluir en el tiempo, siendo lo inmóvil mero fotograma como resultado del análisis de lo realmente móvil. Es así que Bergson (asemejándose a Gadamer), achaca a la metafísica griega, en especial a Platón, el haber transmutado el ser del devenir, en el no-ser  que Platón caracteriza con lo mutable, siendo este falso por no ser eterno. 

Según la interpretación de Bergson de la metafísica platónica, las Ideas o Formas son el todo de la realidad inteligible, dado que todas en conjunto representan la armonía teórica del Ser, mientras que la realidad sensible es una y otra parte de este punto de dicha armonía. Es así que para obtener el cambio a partir de la inmutable de la Idea, debe de añadírsele lo que Bergson llama "cero metafísico", el no-ser platónico que separa el devenir de la eternidad, siendo que, con las palabras de Platón: "Dios, al no poder hacer eterno al mundo, le dio el tiempo, imagen móvil de la propia eternidad". 

Crítica de la Crítica 

Bergson ve en Kant, en especial en su Crítica a la Razón pura, una de las aportaciones más importantes al pensamiento filosófico. Según Bergson, el gran secreto de Kant es entender a la metafísica como una intuición intelectual, como una percepción o visión de la esencia de las cosas en sí. Es solo de este modo como la metafísica es posible, a partir de intuiciones y no por dialécticas. 

Ahora bien, Bergson achaca a Kant el error de considerar a la metafísica como imposible, pues Kant considera que para que sea posible, debe de componerse por percepciones que estén más allá del propio Tiempo (y del Espacio). Es así que Bergson afirma que Kant comete el mismo error que cometió Zenón de Elea, el considerar al tiempo y al movimiento como algo vacío de realidad ontológica, es decir, considerar al tiempo como una mera "idealidad", algo que es efecto de considerar al tiempo como manifestación o expresión del espacio. 

Según Bergson, Kant como el mismo error que los metafísicos a los que intenta refutar, pues considera que las verdaderas entidades metafísicas están fuera del tiempo y el cambio, es por ello que las llama "cosa en sí", sin darse cuenta, según Bergson, que toda intuición surge en el Tiempo, no como "tiempo espacial", sino como fluir cualitativo que da sentido a las cosas. 


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