jueves, 4 de febrero de 2021

Vox y el fascismo: La tergiversación de la “izquierda española” y la descomposición del bloque de derecha

 El concepto de fascismo es probablemente, después de los términos derecha e izquierda política, el más mal utilizado y explotado en la política española. Es de notar, que ante la irrupción de la fuerza política VOX en la vida política española, el supuesto sector de la izquierda, encabezado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP) hallan tildado de neofascistas o franquistas a dicho partido. Estas acusaciones son dirigidas al aparente antiprogresismo y nacionalismo del partido de Santiago Abascal, pero habría que preguntarse lo siguiente: ¿hasta qué punto son licitas estas acusaciones, o por el contrario, no son más que instrumentos electorales con el fin de inventar un enemigo político con el que luchar y así catapultar al PSOE hasta el poder? ¿Es la izquierda tan pacífica y demócrata como se nos muestra, o también hacen guerra sucia? Antes de resolver estas preguntas, deberíamos hacernos otra: qué es el fascismo y como se desarrolla en la actualidad

No existe como tal una definición concisa y universal del fascismo debido a su enorme complejidad y dimensión sociológica, así que empezar por la definición que nos proporciona la Real Academia Española (RAE) se hace casi inevitable. La RAE define expresamente fascismo como un movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista. Esta definición puede resultar vaga y abstracta en algunos puntos, como en totalitarismo o en corporativismo, pues estos términos también pueden aplicarse a la dictadura comunista de Stalin o la De Fidel Castro en Cuba, pudiendo llegar a pesar que fascistas y comunistas son a grandes rasgos iguales. Sin embargo, esto es una falacia política, pues tal y como expresa la exsecretaria de Estado de EEU Madeleine Albright (2018), comunistas y fascistas se parecen en algunas cosas (totalitarismo, estatismo económico), pero difieren en otras muchas (materialismo e idealismo respectivamente). No obstante, a pesar de su vaguedad e imprecisión, la RAE acierta plenamente en una cosa, en que el fascismo surge en la Italia del siglo XX, algo de crucial importancia, pues es un contexto histórico-cultural más o menos concreto, algo fundamental a la hora de analizar los movimientos políticos. 

En su libro, El fascismo (2014), el historiador e hispanista texano Stanley G. Payne declara que no existe un fascismo genérico, pues ni en su propia cuna, la Italia de entreguerras, llegó a configurarse de forma totalmente definida, pero sí que admite que puede hablarse de un fascismo mínimo, es decir, una serie de características que conforman un tibio marco de referencia. Si algún movimiento o pensamiento político entrase dentro de este marco, podría sospecharse de la presencia de algún componente fascistoide. Estas características o requisitos mínimos se resumen en lo siguiente (Payne, 2014, El Fascismo):

 1) Autoritarismo nacionalista de partido único. 

2) Jefatura carismática. 

3) Una ideología propia, totalmente distinta del marxismo y el liberalismo. 

4) Sistema estatal autoritario y economía política corporativista. 

5) Principios filosóficos voluntarista e idealistas. 

Con las aclaraciones de Payne, las cuales son respaldadas por una inmensa recopilación de referencias, documentos y datos, podemos pasar a comprobar si VOX cumple los mínimos para poder ser catalogado como fascista (coloquialmente facha). En primer lugar, VOX defiende un nacionalismo muy acusado que hace pensar a muchos en el fascismo o en su versión española, el franquismo falangista. No obstante, a diferencia de los nacionalismo revolucionario de Mussolini o el nacionalismo cuasi-metafísico de Hitler, el nacionalismo de VOX es muy laxo, no distinguiéndose con otras fuerzas políticas como el Partido Popular (PP), Ciudadanos (Cs), La Liga Norte italiana o la Agrupación Nacional francesa, en el espectro derecho, o el populismo venezolano de Nicolás Maduro o la izquierda euroescéptica de Alexis Tsipras en Grecia, desde el plano de la izquierda. Por tanto, puede argumentarse que, o todos los movimientos anteriores son fascistas (cosa absurda, ya que muchos se consideran y son considerados como liberales o marxistas), o el nacionalismo de VOX no se corresponde con el propio de un movimiento fascista, más cercano a posturas regeneracionistas, propias de la derecha autoritaria.

 En segundo lugar, la jefatura carismática de VOX brilla por su ausencia, pues, a pesar de tener un peso importante en muchos gobiernos autónomos y tener una representación respetable en el Congreso de los Diputados, VOX no es un movimiento de masas que giran en torno a un líder único y mesiánico, sino que funciona más como un partido conservador más del juego parlamentario, teniendo un claro líder, Santiago Abascal, pero siendo inmensamente acompañado por otras figuras que llegan a ser incluso más radicales (sin llegar al carisma) que el propio Abascal, como es el caso de su número dos, Ortega Smith. En tercer lugar, la ideología de VOX no es totalmente nueva en la historia política española, y no tiene que ver con el franquismo, sino más con el conservadurismo, rama derechista del liberalismo, más parecido a las políticas de Cánovas, el cual proponía una regeneración del Estado español con el fin de recuperar el statu quo de la Monarquía isabelina, echada a perder con el sexenio revolucionario, algo muy parecido a lo que propone VOX, volver al estado anterior que cambio el progresismo. Es así que VOX, no tiene una ideología propia, sino que comparte ideología con otros partidos como el PP, el Partido Popular Europeo o el Partido Republicano en EEU.

En cuarto lugar, VOX no propone un sistema estatal y una política económica corporativista, sino que se acerca más al sistema centrista francés (establecido en su inicio por los radicales jacobinos, aclamados como la izquierda de la Revolución Francesa), como de un sistema económico liberal, ya que si uno examina sus programas electorales, comprueba con solo ver el índice que una de sus fuertes económicos es la reducción de impuestos, la liberalización del sector privado y la reducción del gasto público, algo talmente opuesto a los planes económicos estatistas de Mussolini, Hitler o Franco. Por quinto y último lugar, uno no encuentra principios filosóficos que fundamenten y respalden el nacionalismo y la economía de VOX, en su lugar, existe una clara tendencia centralista y regeneracionista (como indica su propio lema: Hacer España Grande otra Vez), propia de la derecha radical, que tiene como como objetivo mantener el statu quo y la reminiscencia del Imperio Español, en contra del progresismo y la globalización, algo que defienden tanto partidos de derecha como de izquierda, como es el caso de Marine Le Pen o de Alexis Tsipras, los cuales, desde perspectivas diferentes, llegan a conclusiones muy parecidas, como el populismo, el nacionalismo o el euroescepticismo en pos de recuperar la soberanía fiscal y monetaria con el fin de combatir la Globalización, tal y como apunta VOX. Para terminar, uno se muestra obligado en volver a repetir: VOX no es fascista, sino que es un partido derecha radical. 

Ante esto, muchos pensarán que ambas cosas son lo mismo, pero Payne, en el anterior libro citado, desmiente esto en el mismo segundo capítulo de su libro, diferenciado claramente entre fascismo, derecha radical y derecha autoritaria. Es así que las acusaciones lanzadas desde la izquierda de que VOX es fascista (facha en leguaje vulgar) son talmente infundadas a nivel técnico y no son más que estrategias electoralistas que tanto usan los políticos de este país, tanto izquierda como derecha. Llega hasta tal punto la cuestión, que el mismo Julio Anguita, expresidente de Izquierda Unida y exalcalde de Córdoba, en una entrevista en la Sexta Noche, declara que VOX no es ni fascista ni de ultraderecha al estilo europeo, sino que VOX es un escisión del PP que se apartó de este por los casos de corrupción, pero que conserva su misma esencia, pero con otros colores.

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