martes, 6 de abril de 2021

La Miseria de la Farmacología: Crítica a la Crítica de la Psiquiatría

 1. Introducción 

El mundo posterior a la Guerra Fría, el cual empieza a gestarse en con la crisis del keynesianismo a principios de los años 70 y se constituye plenamente con la desintegración de la URSS y la bancarrota del comunismo real, ha supuesto un fuerte revés a todos las grandes discursos que articulaban nuestras vidas, como puede ser la religión, la ciencia o la política. El posmodernismo ha inundado multitud de universidades y escuelas intelectuales que, tomando como arma el deconstruccionismo de Derrida y el posmarxismo francés, han cuestionado las bases de todas la ciencias, en especial las sanitarias y sociales. 

La crisis que vive el pensamiento científico no es ajena a la Psiquiatría y a la Psicofarmacología, sino que se han cebado injustamente a costa de ellas. Durante muchos años, estas especialidades habían sido consideradas como una de las grandes promesas de la ciencia sanitaria y social, pues proporcionaba medicamentos y teorías biológicas que explicaban, con muchas limitaciones, enfermedades tales como la esquizofrenia o la depresión, las cuales solo podía ser tratadas por psicoanalistas por medio de teorías disparatadas y oscuras que no daban muchos resultados. 

La psiquiatría moderna, la cual bebe de las ciencias naturales como la biología o la química, ha supuesto toda una revolución sanitaria en el campo de las enfermedades mentales, curando a muchísimas personas, y en muchos otros casos donde la curación ha sido imposible, les ha permitido a muchos enfermos graves tener una vida más o menos funcional a pesar de los males mentales que les aquejaban. Por otro lado, las instituciones psiquiátricas, muy al contrario de lo que postulaba Foucault, han supuesto un gran alivio para muchas familias de dichos enfermos, pues la convivencia con una persona que sufre de un trastorno esquizofrénico o un bipolar tipo I no es nada fácil para estas, ya que no disponen de conocimientos y herramientas para tratar con dichas personas. A su vez, la moderna Psicofarmacología, al contrario de lo que dice algunos como Marino Pérez, ha supuesto un mejoría de las condiciones económicas de muchas personas, pues personas y familias que antes de los psicofármacos no podían realizar ninguna actividad económica que los enriqueciera debido a la incapacidad mental de alguno de sus miembros, ahora pueden ocuparse en dichas actividades, pues los psicofármacos proporcionan una estabilidad y seguridad en muchos pacientes que ahora pueden acceder al mercado laboral gracias a dicha estabilidad mental. 

La Psicofarmacología ha supuesto todo una revolución tanto terapéutica como epistemológica en las ciencias psicológicas, pues ha proporcionado una base material en la que se sustentan todos aquellos trastornos que antes solo podíamos explicar de forma fenomenológica como hacía Karl Jasper. Al saber que determinadas estructuras biológicas son las responsables de la aparición de un determinado trastorno mental, ahora podemos realizar modelos teóricos con sustento empírico que nos permiten explicar como una determinada enfermedad mental afecta a diferentes mecanismos neurofisiológicos, algo indispensable a la hora de modificar determinados neuroquímicos para provocar una mejora, no en estas estructuras cerebrales, sino en la vida de millones de personas. 

Tal es la revolución que ha supuesto la moderan psicofarmacología, que ha podido derribar antiguos grandes paradigmas psicológicos, como el psicoanálisis o el conductismo, y darle una base materialista y empírica a los trastornos que asolan a muchos individuos. No obstante, si la psiquiatría y la psicofarmacología nos han ayudado tanto en el plano psicosanitario como antaño la maquina de vapor en el industrial, ¿por qué tienen tanta mala fama a día de doy?, hasta tal punto que muchos la rechazan como un mero mecanismo de control social, como hacen Marino Pérez en su ensayo Las raíces de la psicopatología moderna  o el José Guimón en su Psiquiatras, de brujos a burócratas. Esta respuesta no es sencilla de responder, pero en este ensayo de un ensayo, quisiera hacer un esbozo de las raíces, no de la psicopatología moderna, sino de la crítica de esta. 

2. La reacción revolucionaria 

Los primeros psicofármacos tales como los antidepresivos heterocíclicos (Clormipramina) o los antipsicóticos clásicos (Haloperidol) supusieron un avance enorme respecto a las técnicas terapéuticas anteriores a estas sustancias, como son el psicoanálisis, la lobotomía o la primitiva Terapia Electroconvulsiva. Tal fue dicho impacto, que en poco tiempo se desarrollaron multitud de instituciones psiquiátricas y conglomerados farmacéuticos que pudieron extender el uso de estos medicamentos desde las clases más pudientes, hasta las masas desfavorecidas de los países desarrollados (y consecuentemente a los subdesarrollados). No obstante, esta institucionalización y distribución en masa de estos nuevos medicamentos levanto el recelo de números círculos intelectuales, en especial a los izquierdistas franceses. 

Una de las grandes críticas que recibió la moderna psiquiatría fue la que desarrolló el filósofo Michael Foucault. Este afirmaba que la psiquiatría no es más que un mecanismo estatal con el que reconvertir a aquellas personas que se salieran de la normalidad psicológica, como, homosexuales (algo que fue un gran error de esta ciencia), los depresivos o los esquizofrénicos entre otros. La psiquiatría es una ciencia que tiene el objetivo de reprimir toda disidencia psicológica, proponiendo que todas estas personas que son tachadas de enfermas no son más que formas diferentes de pensar y vivir el mundo que no encajan con los modelos preestablecidos de las estructuras de poder del Estado y del Mercado. 

A esta crítica se le une la de círculos marxistas disidentes que se mezclaron con grupos de liberación sexual y descolonización durante el Mayo del 68. Estos grupos defendían tesis muy parecidas a la de Foucault, pues afirmaban que la psiquiatría no es más que una ciencia burguesa que sirve a las fuerzas capitalistas y que pretenden homogenizar de forma totalitaria a la sociedad y privarlas de la libertad y la igualdad. 

Estas críticas son absurdas, pues tanto criticaban estos círculos de jóvenes e intelectuales de izquierda al temido imperio capitalista y la psiquiatría occidental, cuando salían con panfletos con el rostro de Mao o Guevara, los cuales, lejos de la visión idealista, infantil y romántica que tenían estos grupos, habían instaurados regímenes totalitarios donde la psiquiatría era usada, de forma más masiva y agresiva, para curar a homosexuales y a disidentes políticos. 

A parte de esta miopía política e hipocresía moral, estos intelectuales realmente no entienden lo que es un trastorno mental y el sufrimiento que genera a las personas que padecen estas enfermedades. Los trastornos son repertorios conductuales y cognitivos con un correlato neurológico con influencia del ambiente físico y social que resultan adaptativos y sufrientes para las personas que lo sufren y para sus familias. Cuando no son tratados por psicoterapia y/o fármacos, estos problemas suelen agravarse y provocan mucho más sufrimiento y problemas sociales. Es así que estas críticas caen en saco roto cuando estas proponen alternativas a la psiquiatría que son totalmente utópicas e irreales, pues muchas personas necesitan una medicación constante, como las personas con bipolaridad, esquizofrenia o algunas depresiones resistentes a la psicoterapia, y sin ellas, están totalmente desamparadas y dejadas a su suerte. Sin embargo, el mayor golpe que ha sufrido la psiquiatría es por parte de ella misma. 

3. La ortodoxia 

El economista y sociólogo sueco Gunnar Myrdal afirmó en uno se sus ensayos, Crisis y ciclos en el desarrollo de la ciencia económica (1973), que la ciencia, como toda actividad humana, sufre de las influencias sociales y políticas que se desarrollan paralelamente a ella. La psiquiatría no es una excepción a esta proposición. La psiquiatría ha sufrido de varias lacras a lo largo de su historia, como puede ser la lobotomización de mujeres insumisas o la curación de homosexuales que la han desprestigiado durante mucho tiempo, algo que en muchas ocasiones es totalmente justificado. Estas lacras pueden ser resumidas en los dos puntos siguientes: 

a) Por un lado, la psiquiatría ha sido en muchas ocasiones subordinada a los intereses de grupos políticos de todos los espectros políticos. Esto provocó que en multitud de países y regiones se deformara el conocimiento médico y psicológico para calificar a personas no heterosexuales y disidentes políticos como enfermos mentales a los que se debía recluir y tratar, cuando no había nada que curar. Esto lo vemos en las terapias de reconversión sexual que son mantenidas por grupos ultraconservadores como la Asociación Nacional para la Investigación de Terapia de la Homosexualidad (NARTH), los cuales utilizan terminología psiquiátrica desfasada y deformada para someter a personas inseguras de su sexualidad a procesos muy dolorosos y totalmente injustificados a nivel científico. 

La psiquiatría ha sido un instrumento político horroroso en algunos campos, como puede ser los campos de reeducación para homosexuales en Cuba, donde se le administraba agonistas glutaminérgicos a los presos para que tuvieran un cuadro convulsivo mientras veían imágenes de cuerpos desnudos de su mismo sexo. También hay ejemplos en Occidente, donde hasta hace relativamente poco la homosexualidad era considerada un trastorno en el DSM, manual que tanto prestigio tiene actualmente. La homosexualidad fue retirada del DSM no por exhaustivos estudios científicos, sino por una votación a mano alzada donde ganó la eliminación por un escaso margen. 

b) Por otra parte, la psiquiatría ha tenido una actitud clasista y excluyente respecto a las otras ciencias médicas, en especial con su hermana la psicoterapia. El descubrimiento de los primeros antidepresivos, antipsicóticos y ansiolíticos supuso una revolución en el plano sanitario y social, pero también supuso la sobremedicación de la población y un uso indebido e indiscriminado de estos medicamentos debido a su bajo coste y al desprestigio de la psicoterapia (a veces justificada, pues ha tenido que sufrir durante mucho tiempo lacras pseudocientíficas como el psicoanálisis o la terapia Gestalt). 

Esta sobremedicación de la población ha generado multitud de problemas de adicciones, accidentes de sobredosis o drogadicción entre otros, que podían haberse solucionado con una debida estratificación de los pacientes, siendo los menos graves y más dependientes del ambiente mejor tratados por medio de la psicoterapia y una buena educación socioemocional, mientras que los más graves y de carácter más congénito, diana de las terapias farmacológicas, auxiliadas por la psicoterapia. Esto es demostrado por muchos estudios, como el realizado por Harror, donde expone que muchos tratamientos antipsicóticos no son realmente eficaces en el tratamiento de trastornos psicóticos durante largo tiempo. Por otro lado, Ortiz Lobo (2017) realizó un artículo excepcional donde expone el uso irresponsable que se ha hecho de los antidepresivos, pues muchas personas se han vuelto dependientes a estos fármacos. Además, algunos fármacos que no se han estudiado bien sus efectos secundarios, o se sabe que son muy caros, pero poco eficaces, se comercializan con el objetivo de producir beneficios económicos a costa de la salud de muchos pacientes. 

4. Conclusiones sobre la Psicofarmacología 

Creo que la psiquiatría y la psicofarmacología han tenido una muy mala reputación durante mucho tiempo debido a que grupos políticos y sociales, debido a la mala praxis de estas disciplinas, han visto a estas disciplinas como perversas y alienantes. Es así que creo que la principal responsable de este desprestigio es la mala praxis de los psiquiatras, los cuales se han dejado embaucar por intereses políticos que han deformado las aspiraciones científicas y humanitarias de estas disciplinas. Además, los psiquiatras han sido excesivamente clasistas y han desprestigiado a otras ciencias como la psicología o la sociología, medicalizando cualquier desadaptación psicológica y social, algo que increíblemente peligroso y nocivo para la población general. 

Sin embargo, no debemos olvidar la labor de muchos profesionales, tanto terapeutas como investigadores, que han dado un impulso renovador en el campo de psicofarmacología, proporcionado nuevos modelos neurológicos que dan explicaciones plausibles a diferentes trastornos, como nuevos fármacos más selectivos y con menos efectos secundarios, además de proporcionar más información sobre los psicofármacos más clásicos. 

Los psicofármacos son como el resto de los medicamentos, son herramientas que utilizadas adecuadamente pueden facilitar la vida de muchas personas que sufren los perjuicios de los trastornos mentales. Sin embargo, el uso de una herramienta puede hacerse malicioso si se usa indiscriminadamente sin saber su naturaleza y efectos, o por utilizarlos con objetivos que están fuera de la actitud científica.

5. Bibliografía 

Álvarez, P. M. (2012). Las raíces de la psicopatología moderna (1.a ed.). Pirámide. Universitario.

Guimón, J. (1990). Psiquiatras: de brujos a burócratas (1.a ed.). Salvat Editores.

Harrow, m. (2007). Facors involed in outcome and recovery in schizophrenia patients not on antipsychotic medications, The Journal o Nervous and Mental Disease, 195, 406-412. 

Myrdal, G. (1980). Contra la corriente: ensayos críticos sobre economía (1.a ed.). Ariel.Ortiz, A., & Sobrado, A. M. (2017). 

El uso adecuado de antidepresivos. AMF, 13(1), 1-3. https://amf-semfyc.com/web/article_ver.php?id=1982

Sokal, A. (1999). Imposturas intelectuales (Tra ed.). Paidós.

Wikinski, S. (2008). Psicofármacos y teorías etiopatogénicas en Psiquiatría. Del contexto de descubrimiento al obstáculo epistemológico. Vertex, 19(1), 37-42. http://editorialpolemos.com.ar/docs/vertex/vertex80.pdf#page=37

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